«¡Bienvenido!», gritó una mujer mientras el presidente estadounidense, Joe Biden, comenzaba su descanso por el feriado de Acción de Gracias en la lujosa isla de Nantucket, celebrando su primera oportunidad de escapar de semanas de malas noticias.
La mujer que gritaba estaba entre la veintena de isleños que desafiaron la gélida noche del martes para animar a Biden mientras su caravana salía del aeropuerto por carriles estrechos hacia el exclusivo complejo del amigo multimillonario de la familia David Rubenstein.
En Nantucket, un antiguo centro ballenero en el Atlántico frente al estado de Massachusetts, Biden no tiene que preocuparse de ser acosado por partidarios de su predecesor republicano Donald Trump.
Es poco probable que allí encuentre a los seguidores de las teoría conspirativa QAnon o a personas blandiendo carteles de «Vamos, Brandon», el eufemismo con que los republicanos dicen «Que se joda Joe Biden».
Lugares así son cada vez más raros en un país políticamente polarizado.
«Nantucket es una forma de escape del mundo real», comentó un residente local, Matthew Parker, de 58 años.
Parker, propietario de la posada Seven Sea Street desde hace más de tres décadas, se refería al aislamiento geográfico de la isla y al ambiente de arquitectura cuáquera y calles adoquinadas que retrotrae el pasado.
Los isleños, que votaron abrumadoramente por Biden sobre Trump en 2020, también están «muy emocionados» de tenerlo de presidente, dijo.
Biden ha pasado el Día de Acción de Gracias con su esposa Jill en Nantucket casi todos los años desde la década de 1970. Este jueves, podría estar más agradecido que nunca.
Los últimos 10 días han sido los mejores en el cargo en varios meses, frenando una marea incesante de malas noticias que ha visto caer sus índices de aprobación al 43%, según el promedio del sitio FiveThirtyEight.
La semana pasada promulgó un proyecto de ley de infraestructura de 1,2 billones de dólares que su Partido Demócrata, dividido entre centristas y radicales, casi hace fracasar.
Los demócratas volvieron a superar sus diferencias para aprobar un proyecto de ley aún mayor sobre gasto social en la Cámara de Representantes y enviarlo al Senado.
Durante el mismo período, Biden celebró cumbres con el presidente de China, Xi Jinping, y los líderes de Canadá y México, sirvió pavo de Acción de Gracias a las tropas en Carolina del Norte, perdonó a otros dos pavos en una ceremonia llena de bromas en la Casa Blanca y celebró su 79 cumpleaños con un examen médico que lo declaró «vigoroso» y «en forma».
Ah, y su secretaria de prensa, Jen Psaki, confirmó, a pesar de los rumores en sentido contrario, que su jefe tiene la intención de buscar la reelección en 2024.
– Peleas de pavo –
Biden, acompañado por una docena de miembros de su familia, está alojado en una finca con vistas al pintoresco puerto de Nantucket.
Cerca, un museo de naufragios y un lugar llamado Poverty Point (Punta Pobreza) aluden a los duros orígenes de la isla, pero la versión de Nantucket de los Biden es un poco diferente.
Esta es una isla donde el año pasado una casa frente al mar se vendió por 25 millones de dólares e incluso una minúscula cabaña de un dormitorio costaba 400.000 dólares.
Rubenstein, propietario del complejo portuario pero quien según trascendidos no se encuentra en el sitio, cofundó el grupo de capital privado Carlyle, y según la revista Forbes tiene una fortuna estimada en 4.500 millones de dólares.
Los republicanos acusan a Biden de aprovechar a pasarla bien cuando los estadounidenses todavía luchan por superar el golpe de la pandemia de covid-19.
La inflación está en un máximo de tres décadas, y según la federación American Farm Bureau Federation, el precio de la tradicional cena de Acción de Gracias, de pavo asado, puré de patatas, maíz, salsa de arándanos y pastel de calabaza, ha aumentado un 14% desde 2020.
«Mientras está en Nantucket, disfrutando de sus comidas en el complejo de un multimillonario, estos son los precios que los estadounidenses están pagando por su cena de Acción de Gracias, la más cara de la historia», tuiteó el líder republicano en la Cámara Baja, Kevin McCarthy.
Su comentario ignora que los presidentes de Estados Unidos siempre han vacacionado en lugares exclusivos, entre ellos Trump, quien regularmente llevaba al enorme séquito de la Casa Blanca a sus propios hoteles y campos de golf.
«Este es un momento para dejar la política a un lado, pasar tiempo con sus seres queridos y hablar de lo que uno está agradecido», dijo Psaki en respuesta a los que criticaron al presidente.
Biden tiene hasta el domingo para descansar de los dardos políticos. Y la transición a su otro mundo, Washington DC, será breve: el vuelo de regreso tomará poco más de una hora.
AFP