Frutas, verduras u hortalizas, cualquier rubro es bueno para los funcionarios apostados en alcabalas en las carreteras que imponen el cobro de «vacunas» a los transportistas de alimentos como una forma de extorsión para dejarlos avanzar. Lo que genera una pérdida en los camioneros que se desprenden no sólo de la mercancía, sino que en ocasiones les quitan hasta combustible.
La Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), ha denunciado en varias oportunidades la matraca en las alcabalas; sin embargo, afirma que las irregularidades se hacen más frecuentes lo que trae como consecuencia que el intermediario, es decir, el transportista tenga pérdidas y el producto llegue hasta 6 veces más costoso al consumidor.
Celso Fantinel, presidente de Fedeagro, explicó que la matraca es un hecho fijo. «Uno puede ver cómo tienen orillados a los transportistas bajándole los alimentos», que al final se transforma en algo parecido a un mercadito, pues el transportista que lleva varios rubros debe dejar un poco de cada verdura y hortaliza.
«En todas las alcabalas del país se ve esto, pero una de la más abusiva es La Pastora, ubicada en la carretera Panamericana, sector La Pastora, municipio Torres», dijo Fantinel, quien comentó que los funcionarios de esta alcabala se valen de cualquier excusa para de alguna manera extorsionar al chofer y quitarle algo de la mercancía.
Por La Pastora pasan transportistas que van desde Táchira, Mérida, Trujillo, recorren Barquisimeto y continúan su rumbo hacia las demás zonas del país, lo que la convierte en una de las alcabalas centrales, pero también la más «matraquera».
Señala que atravesar un punto de control es una pérdida para cada transportista, a lo cual se le suma el alto costo de gasoil que lo deben comprar en el mercado negro, cuyo valor se ubica hasta en un dólar por litro. A ese gasto también se le suman los peajes, que en cada parada son al menos 10 dólares los que deben cancelar; todos esos factores unidos hacen que el intermediario tenga que incrementar costos en los viajes para que les pueda dar la base, afectando al consumidor final.
El presidente de Fedeagro explicó que un kilo de cebolla en el campo cuesta 0.15 centavos de dólar, mientras que al consumidor puede llegar a 0.80 centavos de dólar, lo que se traduce en un incremento de seis veces su valor en comparación con los productores, según la región «y afecta al consumidor directamente porque lo paga más caro», pero al transportista también porque deja parte de su mercancía en el traslado.
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