Los alcaldes de las principales ciudades de Bolivia suspendieron las fiestas y eventos sociales por el Año Nuevo después de que se registrara la cifra diaria de contagios de COVID-19 más alta desde que comenzó la pandemia y sin que se haya confirmado aún en el país la presencia de la variante ómicron.
Las autoridades de La Paz, Cochabamba y El Alto dieron marcha atrás y dejaron sin efecto una norma que permitía las celebraciones para reactivar la economía. “La pandemia está en escalada; primero está la vida y es preferible prevenir que lamentar”, dijo el alcalde paceño Iván Arias en rueda de prensa. “Hay una explosión de contagios y sería irresponsable permitir fiestas”, dijo a su vez el alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa.
Dueños de locales de fiestas dijeron que la medida tardía les provocará pérdidas.
Santa Cruz, la ciudad más poblada, ya había suspendido los festejos debido a que es la más castigada, con más del 60% de los contagios del país. El alcalde de esa ciudad del oriente, Jhonny Fernández, dio positivo y está aislado.
Bolivia pasa por el momento más duro de la pandemia. El martes registró 4.939 contagios en un día, la cifra más alta. El Ministro de Salud, Jayson Auza, atribuyó la escalada a un relajamiento de las medidas de bioseguridad.
La semana pasada el presidente Luis Arce aprobó un decreto que obliga a portar el certificado de vacunación desde el 1 de enero en todos los lugares públicos y privados “donde exista aglomeración” de personas. La obligación de portar el pase sanitario activó protestas de grupos antivacunas en La Paz y Santa Cruz. En tanto, en los centros de vacunación han vuelto a registrarse largas colas.
La inmunización está por debajo del 60% ,según el Ministerio de Salud, a pesar de que Bolivia cuenta con suficientes vacunas donadas por varios gobiernos.
Con 11,5 millones de habitantes, Bolivia acumula más de 585.600 contagios y 19.622 decesos.