Hasta ocho explosiones tiñeron de sangre este Domingo de Resurrección en Sri Lanka. Los estallidos, que dejaron 207 personas muertas y más de 450 heridos, se registraron en Colombo, la capital del país.
Tres de las detonaciones ocurrieron en iglesias católicas y otras tres en hoteles de lujo. La séptima se produjo en un establecimiento turístico cercano al zoológico de Dehiwala y la octava en una zona residencial de Dermatagoda.
El primer ministro esrilanqués, Ranil Wickremesinghe, confirmó la detención de ocho individuos que estarían involucrados con el múltiple atentado. “Hasta ahora los nombres que tenemos son locales”, dijo el premier, quien agregó que las autoridades siguen investigando posibles conexiones “con el extranjero”.
Por su parte, Ruwan Wijewardene, ministro de Defensa, aseguró que los ataques fueron perpetrados por extremistas religiosos. Añadió que la mayoría de las explosiones fueron causadas por suicidas, que pertenecerían a un mismo grupo terrorista.
Tras las arremetidas, Sri Lanka ha quedado en un toque de queda indefinido. También se han cerrado redes sociales como Facebook y WhatsApp. El presidente del país, Maithripala Sirisena, se dirigió a la ciudadanía y solicitó colaboración. En concreto, pidió calma y apoyo para quienes realizan las investigaciones.