Sus condecoraciones son múltiples. Pero no sorprenden en una mujer que ha dedicado su vida a servir en las fuerzas armadas de los Estados Unidos. Laura J. Richardson, general de cuatro estrellas, es actualmente la jefa del Comando Sur norteamericano, la base militar que tiene como misión asegurar los intereses de Washington en el resto del continente. Nació en Northglenn, Colorado el 11 de diciembre de 1963. Está casada con otro general, Jim Richardson.
En la semana que pasó visitó Argentina y Chile. En Buenos Aires mantuvo un encuentro con la vicepresidenta Cristina Kirchner en el despacho del Senado de la Nación. En tanto, en Santiago sus reuniones fueron de carácter militar. Intercambió con Infobae correos electrónicos en los cuales respondió todo tipo de temas: desde el narcotráfico que tiene al régimen de Nicolás Maduro como cómplice, pasando por la riesgosa influencia de Beijing en América Latina, hasta de la sangrienta invasión ordenada por Vladimir Putin a Ucrania.
– ¿Cuáles fueron los objetivos de su visita a la Argentina y Chile?
– Argentina y Chile son socios valiosos e importantes en materia de seguridad. De hecho, los Estados Unidos han fortalecido las relaciones con ambos países durante casi dos siglos. Mi principal objetivo durante las visitas fue escuchar a nuestros socios, comprender mejor sus objetivos y desafíos, considerar sus ideas y buscar nuevas oportunidades para colaborar en apoyo de nuestros intereses comunes.
Discutimos una amplia gama de temas de interés mutuo, que van desde la asistencia humanitaria y la asistencia humanitaria y la integración de la perspectiva de género, el mantenimiento de la paz y el cambio climático.
– América Latina y el Caribe han experimentado una creciente influencia china en los últimos años, similar a lo que ha ocurrido en otras latitudes en lo que ha sido la política expansionista del régimen de Beijing. Lo hace a través de supuestos “créditos” e “inversiones”, pero en realidad, muchos países, como se evidencia en esta región y en África, por ejemplo, acaban siendo rehenes y cediendo a sus exigencias. Sobre todo, los recursos naturales son su principal objetivo. ¿Es posible evitar estas prácticas?
– El uso por parte de China de prácticas de préstamos depredadores y poco transparentes para ejercer influencia política y económica en determinados países es bien conocido. También hay múltiples ejemplos de proyectos financiados por la República Popular China (RPC) que no cumplen las normas medioambientales o laborales. A veces el precio de un proyecto financiado por la RPC es increíblemente bajo, pero la calidad resultante también es baja. En inglés tenemos una frase que viene al caso: You get what you pay for (Obtienes lo que pagaste).
Los países latinoamericanos han aprendido en las dos últimas décadas los retos de hacer negocios con China. Estados Unidos se ha comprometido a ofrecer al hemisferio una alternativa de inversión transparente y de alta calidad frente a los incentivos estatales y de baja responsabilidad de la RPC.
Por ejemplo, Ecuador demandó recientemente a una empresa estatal china por una presa mal construida que desencadenó una serie de acontecimientos que afectaron negativamente al medio ambiente, a la fauna local y a más de 150.000 personas. El Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos está trabajando ahora con Ecuador para mitigar el impacto de ese proyecto.
La RPC ha prometido al menos 150.000 millones de dólares en préstamos a países del hemisferio, donde 21 naciones, incluida la Argentina, son signatarias de la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda (BRI, por sus siglas en inglés). Las empresas con sede en China han financiado decenas de proyectos portuarios y han expresado su interés en la gestión de otras vías fluviales estratégicas, como el río Paraná. En el futuro, si estas empresas estatales de la RPC llegaran a controlar vías fluviales como el Paraná o cerca de Ushuaia, podría mejorar la posición operativa global de la RPC. Los proyectos financiados por China cerca del Canal de Panamá son especialmente preocupantes, ya que la vía interoceánica es vital para la navegación y el comercio mundial.
La creciente dependencia económica y de la deuda soberana de la RPC en los proyectos relacionados con la BRI da a Beijing una mayor influencia sobre los gobiernos de los países receptores. Las inversiones chinas en infraestructuras espaciales, portuarias, energéticas y de telecomunicaciones tienen potenciales beneficios de doble uso para ampliar el alcance de las operaciones militares y de inteligencia. Dado el historial de la RPC en la región, es razonable preguntarse: ¿está China está aquí para invertir o para extraer? ¿Está buscando socios o clientes?
– Además de los recursos, el régimen de Beijing pretende influir en otras áreas específicas de la región, desde la Antártida hasta ciertos aspectos de la exploración espacial y la colaboración militar. ¿El aspecto militar es especialmente preocupante?
– Las empresas estatales chinas buscan activamente acceder o construir infraestructuras, como puertos de aguas profundas cerca de puntos de estrangulamiento marítimo, redes de telecomunicaciones e instalaciones de observación espacial. Varios de estos proyectos carecen de transparencia, no están sujetos a la supervisión del gobierno anfitrión y podrían ser aprovechados para fines militares. En Asia, África y Oriente Medio, la RPC ya ha abusado de acuerdos comerciales en los puertos de los países anfitriones con fines militares; nuestra preocupación es que pueda hacer lo mismo en esta región
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