Apenas se las ve, si se camina sin mirar al suelo. Pero, decenas de minas antitanque, del porte de un plato grande, están escondidas en un terreno fangoso que bordea un riachuelo del norte de Kiev.
Cinco están a la vista y son como discos de un verde oliva coronados por inquietantes platillos marrones que son los que provocan la detonación. Y bajo los matorrales, sin duda se esconden más.
Pese a todo, un pequeño equipo de desactivadores se desplaza con desconcertante facilidad a través de este campo de minas cercano a Brovary, una ciudad de unos 100.000 habitantes de los alrededores de Kiev.
Una de las minas está lista para estallar: los desminadores encienden una mecha, se retiran a una distancia de seguridad, mientras crece la humareda.
Entonces, se produce la explosión: una violenta bola de luz, una onda de choque que golpea como un puñetazo en el pecho, y luego un horrible ruido sordo. Una mina de menos en este inmenso campo.
– Retirada rusa –
A finales de marzo, Rusia se retiró de la región de Kiev, cambiando de «objetivo prioritario» para intentar tomar el control del este de Ucrania.
Las tropas ucranianas recuperaron las ciudades ocupadas en las primeras semanas de la invasión lanzada el 24 de febrero, pero la guerra ha dejado sus huellas.
Estas últimas semanas, los periodistas de la AFP han visto numerosas municiones sin detonar en las calles de ciudades y pueblos del noreste y noroeste de la capital, abandonadas o perdidas durante la retirada rusa.
En algunos lugares, cohetes y obuses de mortero no explotados estaban plantados en el suelo, vestigios de bombardeos fallidos.
Pero los ucranianos afirman que las tropas rusas dejaron varios explosivos para cubrir su retirada.
Al exterior de Brovary –en un lugar que responsables del ejército ucraniano pidieron a la AFP que no fuera revelado– las minas están esparcidas en un campo, cerca de un puente que atraviesa un riachuelo y conduce a un conjunto de elegantes casas.
La retirada «no fue un gesto de buena voluntad de los rusos» afirma el general de brigada Valeri Iembakov, que observa la escena en su uniforme de camuflaje.
«Se retiraron muy rápidamente pero tuvieron tiempo para minar el puente (…) y las carreteras en torno para que nuestros vehículos no puedan pasar» agrega.
Según el general, los soldados rusos no consiguieron volar el puente, pero sí dejaron sus minas, señaladas ahora con paneles rojos con cabezas de muerto en los que está escrito «Peligro, minas», en ucraniano y en ruso.
– El arte de desminar –
El desminado que realizan los ucranianos no es un proceso de alta tecnología, pues se basa en instrumentos rudimentarios y en los nervios de acero de la brigada.
Oleksandr, que rehúsa dar su apellido, explica que el «reconocimiento» es la primera etapa, y se hace con un detector de minas o con la ayuda de una larga pértiga puntiaguda. La mina es luego desenterrada con una pala, y después retirada de la tierra con un gancho.
Las minas antitanque no están concebidas para estallar al paso de un hombre, pero pueden estallar si son detonadas con explosivos.
Una vez extraída la mina, el detonador es retirado y el dispositivo pasa a formar parte del arsenal de Ucrania.
«Esta mina podrá volver a ser utilizada en el futuro» asegura Oleksandr, sonriente. «Es importante para nosotros, intentamos ahorrar las municiones para combatir a los rusos» agrega este desactivador de minas de 50 años.
Un poco más lejos, al borde del campo, muestra la pala que utiliza para desenterrar las minas.
«Es mi pala de la suerte» se vanagloria. «Mi talismán», explica. Y luego vuelve al trabajo.
AFP.