El presidente Joe Biden dijo a los estadounidenses que se preparen para los «costos» de la respuesta de Washington a la agresión rusa en Ucrania, pero el camionero Jeremy Rakestraw se pregunta si no ha pagado ya lo suficiente.
Decidió vender su camión cuando la factura mensual de combustible se duplicó a 17.000 dólares, y aunque está de vuelta en la carretera en un vehículo de carga de una compañía que cubre la gasolina, la alta inflación que Estados Unidos ha sufrido en el último año sigue carcomiendo su paga.
«No hay nadie en casa consumiendo electricidad ni gas, pero (la factura) sigue subiendo», dice Rakestraw sentado en el camión de 18 ruedas en una parada en Jessup, Maryland, a 31 horas de su vivienda de Salt Lake City y a dos horas y media de la ciudad de Nueva Jersey, donde recogió la carga.
En cuanto a Biden, «no creo que esté haciendo lo suficiente», lamenta.
Tal es el dilema que enfrenta el presidente estadounidense en momentos en que se apresta a anunciar nuevas sanciones contra Rusia, tras advertir a un país cansado de los aumentos de precios que «defender la libertad también tendrá costos» para los ciudadanos.
Las tensiones con Moscú ya tuvieron un impacto importante en la subida de los precios del combustible. Sin embargo, algunos de los que se ganan la vida recorriendo las carreteras de Estados Unidos también reconocen la necesidad de que Washington tome medidas para detener o al menos limitar una guerra sangrienta, aun si ello provoca un mayor aumento de los precios de la gasolina.
«Por cada acción hay una reacción igual y opuesta. Tienen que hacer algo», dijo el miércoles, antes de la invasión rusa a Ucrania, Abdullahi Ali, un taxista que esperaba pasajero afuera de Union Station en Washington, donde el movimiento es más escaso que antes de la pandemia.
«Prima de riesgo»
Desde hace meses, el incremento generalizado de los precios, desde el combustible hasta los alimentos, viene pesando en el bolsillo de los estadounidenses, que se muestran menos conformes con el gobierno de Biden y no exhiben entusiasmo por la economía, pese a que los salarios aumentan y millones de personas que perdieron sus empleos con la pandemia regresan al trabajo.
El índice de la Universidad de Michigan que monitorea la confianza del consumidor se desplomó este mes a su nivel más bajo en 10 años, mientras que el galón promedio de gasolina actualmente cuesta 3,53 dólares, aproximadamente un dólar más que antes de la pandemia, según la Asociación Estadounidense del Automóvil.
«Los estadounidenses ya están pagando una pequeña prima de riesgo, por así decirlo, simplemente porque la tensión ha subido» con Rusia, observó Patrick De Haan, jefe de análisis de petróleo de GasBuddy.
Sin embargo, Estados Unidos también es un importante productor de petróleo y Keith Wood, un camionero que esperaba salir de Jessup, se pregunta por qué los eventos más allá de sus fronteras afectarían lo que paga en la estación de servicio.
«Se supone que debemos ser autosuficientes, así que no sé por qué subiría el precio», reflexiona.
Independencia energética
El petróleo se negocia en un mercado global, lo que significa que aunque Estados Unidos es un importante exportador de crudo, eso no necesariamente se traduce en alivio para los conductores cuando los precios suben.
Y el pico ocurrió el jueves. Después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, ordenara una importante operación militar rusa contra Ucrania, los crudos de referencia europeos y estadounidenses superaron la marca de los 100 dólares por barril por primera vez desde 2014.
Si bien Biden prometió tomar medidas para compensar los aumentos de precios, De Haan sostiene que «ningún presidente puede cambiar drásticamente el mercado global».
Esto lo entiende bien Moscú, que, según De Haan, utilizará la amenaza de cortar el acceso a su amplia producción de petróleo para intentar que los países occidentales retrocedan en lo que respecta a Ucrania.
«Se pegarían un tiro en el pie si limitan las exportaciones de petróleo, pero incluso hablar de ello podría inspirar algún tipo de acción en favor de Rusia», dice categórico.
Los precios de la gasolina y el diésel se encuentran entre los indicadores más destacados del costo de vida en la economía más grande del mundo, y es bien sabido que los votantes expresan su frustración por los altos costos que soportan en los presidentes y sus partidos políticos.
Las ganancias de Dipson Abass como taxista en Washington ya se han visto afectadas por la subida de los precios. Sin embargo, mientras reflexionaba sobre la situación en Ucrania, expresó su voluntad de asumir las consecuencias que traigan las sanciones.
«El precio de la gasolina no es nada comparado con la vida humana», apunta. «Así que solo diré que cualquier sanción que puedan poner a Rusia, déjenla pasar».
AFP