Indígenas se enfrentaron con la policía este jueves al querer irrumpir en el Congreso, en el centro de Quito, tras el intento del gobierno de abrir la vía del diálogo para resolver la ola de manifestaciones que completó 11 días y deja seis civiles muertos.
Tres personas fallecieron durante la jornada de protestas, que se extendieron a otros puntos de la ciudad, de acuerdo con la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos, que registra otros tres muertos entre lunes y miércoles.
Los manifestantes que protestan por el costo de vida avanzaron de nuevo sobre la capital ecuatoriana. Al frente marcharon mujeres con los brazos entrelazados. Detrás, miles de indígenas buscaban quebrar el piquete de uniformados que custodiaba la Asamblea Nacional.
Los policías reaccionaron con bombas de gas lacrimógeno y granadas aturdidoras, mientras los manifestantes respondieron con bombas incendiarias caseras, cohetes de fuegos artificiales y piedras.
Los choques, que se ampliaron a un parque vecino, dejaron un manifestante de 39 años muerto por arma de fuego. Cerca pereció un joven y en Caspigasí, en las afueras de Quito, un comunero falleció en enfrentamientos con militares, de acuerdo con la Alianza de oenegés de Derechos Humanos.
Las Fuerzas Armadas indicaron a su vez que militares que daban seguridad a un convoy con alimentos por «asaltado por un grupo violento» en Caspigasí, resultando 17 soldados con heridas de gravedad.
En la mañana el presidente derechista Guillermo Lasso había lanzado un primer gesto de voluntad de diálogo: permitió a unos cinco mil manifestantes entrar a la Casa de la Cultura, un lugar simbólico para los pueblos originarios que desde el 13 de junio estaba bajo control de la fuerza pública.
«Es un triunfo de la lucha», celebró al paso Leonidas Iza, presidente de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie) y líder de las protestas.
Pero la violenta incursión en los exteriores del Legislativo pareció disipar las opciones de negociación, en un país exhausto y semiparalizado que cuenta pérdidas diarias por 50 millones de dólares.
Bajo la consigna «fuera Lasso, fuera», unos 14.000 indígenas protestan en distintos puntos del país para exigir alivios por el alto costo de la vida, como reducir el precio de los combustibles, una moratoria de los créditos con la banca privada y subsidiar los productos agrícolas.
-«Fuera Iza»-
En Quito la mayoría de marchas son pacíficas, pero en las noches estallan los disturbios y los choques con la fuerza pública. Unos 10.000 indígenas venidos de sus territorios protestan desde el lunes en la capital, de tres millones de habitantes.
«Lloro de ver tanta gente maltratada por este gobierno infeliz», lamentó ante la AFP Cecilia, una jubilada de 80 años con una bandera de Ecuador y un cartel con la consigna ‘Lasso mentiroso’.
Desgastada por el estallido, la capital también es escenario de contraprotestas. En las tardes, cientos de vehículos de alta gama recorren una zona financiera retumbando sus bocinas. Una marcha de banderas blancas grita «fuera Iza, fuera».
«Aquí estamos los vagos que dicen que somos, que no estamos produciendo y por eso es que hay desabastecimiento, porque la gente del campo estamos aquí revelados», dijo la líder indígena Nayra Chalán en medio de una multitud.
Acosado y aislado por covid, Lasso no se ha pronunciado sobre la escalada de protestas. Los líderes de las manifestaciones ven en el anuncio de contagio una cortina de humo para dilatar las negociaciones.
– Violencia –
Aunque Quito es el foco principal, las protestas se encienden en el resto del país, ante el pedido de organizaciones internacionales para cesar la violencia.
Las movilizaciones dejan además 92 heridos y 94 detenidos desde el 13 de junio, según la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos. La policía registra 74 uniformados lesionados.
Lasso considera inviable acatar los reclamos de los manifestantes y califica la protesta como una tentativa para derrocarlo.
No en vano el país ganó fama de ingobernable tras la salida abrupta de tres presidentes entre 1997 y 2005 ante la presión social.
Reducir los precios del combustible como claman los indígenas le costaría al Estado más de 1.000 millones de dólares al año en subsidios, según cifras oficiales.
Sin mayor respaldo político, Lasso cuenta por ahora con el apoyo de los militares que cerraron filas en torno a su gobierno.
-¿Infiltrados?-
En un intento por aplacar el descontento, el gobierno ha anunciado otras medidas en vano: aumentar un bono para el 30% de la población más pobre (de 50 a 55 dólares), condonar deudas de hasta 3.000 dólares con un banco estatal para agricultores y campesinos, entre otras.
En medio de los enfrentamientos en el Congreso, Iza se vio sorprendido mientras daba una entrevista interrumpida por fuertes detonaciones.
«Esta marcha fue de forma pacífica, no dejemos infiltrar a la gente que está dañando esta lucha, que está dañando esta marcha», alertó luego.
En 2019, los indígenas protagonizaron protestas que dejaron 11 muertos y más de 1.000 heridos en todo el país, así como pérdidas por 800 millones de dólares.
La producción de petróleo cayó al miércoles un 42%, a unos 279.400 barriles por día, señaló el jueves el ministerio de Energía.
AFP