El rey Carlos III tiene a su disposición una serie de palacios y haciendas distribuidas por todo el Reino Unido, sin embargo, tendrá que renunciar a ellas para satisfacer las exigencias de Estado. Tras la muerte de Isabel II, el nuevo rey tendrá que reajustar su vida cotidiana debido a que las residencias oficiales y privadas de la reina, pasarán a ser suyas y las que a él le pertenecían, se trasladarán a su heredero.
Desde 2003, su residencia oficial en Londres ha sido Clarence House. Pero se espera que en breve se traslade al Palacio de Buckingham, la residencia londinense del soberano y la sede administrativa de la monarquía.
También tendrá que despedirse de su casa de campo Highgrove, que adquirió en 1980. La residencia, en el suroeste de Inglaterra, encarnaba a la perfección su compromiso medioambiental
Highgrove, en Gloucestershire, al suroeste de Inglaterra, pertenece al Ducado de Cornualles, que proporciona una anualidad al heredero de la Corona, ahora William.
Con Carlos, el Ducado de Cornualles también compró Llwynywermod en Gales en 2006.
Como rey, Carlos ahora toma el mando no sólo del Palacio de Buckingham, sino también del Castillo de Windsor; el Palacio de Holyroodhouse en Edimburgo, la residencia oficial del monarca en Escocia; y el Castillo de Hillsborough, la residencia oficial en Irlanda del Norte.
Se cree que Carlos es partidario de una “monarquía reducida”, con menos rostros al frente de las funciones reales, por lo que es posible que los de menor rango se vean obligados a abandonar sus apartamentos en las distintas residencias reales.
El padre de la reina Isabel, Jorge VI, tuvo que renunciar a su casa familiar en el 145 de Piccadilly, en Londres, cuando se convirtió en rey en 1936.
Como princesa, Isabel y el Príncipe Felipe vivieron en Clarence House tras su matrimonio en 1947, pero volvieron a regañadientes al Palacio de Buckingham cuando Jorge VI murió en 1952.
Carlos se trasladó a Clarence House en 2003 tras la muerte de su abuela, la viuda de Jorge VI.
AFP