La entrada de Suecia en la OTAN se encuentra en un callejón de difícil salida a causa de las presiones crecientes de Turquía y las manifestaciones contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, organizadas en el país escandinavo.
Parece que hay pocas posibilidades de que la situación se desencalle antes de las elecciones legislativas en Turquía, previstas para mediados de mayo.
«Sin duda, no debemos esperar que haya una ratificación turca antes de los comicios», asegura Paul Levin, director del Instituto de estudios turcos en la Universidad de Estocolmo.
«Por un lado, Erdogan quiere desviar la atención de la mala situación económica en su país durante los meses previos a las elecciones», explica este analista a la AFP.
«Por el otro, grupos en Suecia que se oponen a la OTAN y partidarios del PKK (organización kurda), que están preocupados por las garantías dadas por el gobierno sueco, comprendieron que es un buen momento para hacer enfadar a Erdogan insultándolo y así lograr que el proceso de adhesión descarrile», añade.
Una manifestación organizada por el militante ultraderechista Rasmus Paludan delante de la embajada de Turquía en Estocolmo molestó a las autoridades turcas.
Este militante islamófobo y xenófobo quemó un ejemplar del Corán delante de un importante dispositivo policial.
La constitución democrática de Suecia y el reconocimiento en ella de la libertad de expresión y de manifestarse permitieron que se celebrara esa polémica protesta.
No obstante, los hechos indignaron al gobierno turco, que convocó al embajador sueco en Ankara y anuló una visita en Turquía de Pål Jonson, ministro de Defensa de Suecia.
Se trata del segundo incidente diplomático de este estilo desde principios de 2023.
Militantes prokurdos habían colgado a mediados de enero un muñeco de Erdogan delante del Ayuntamiento de Estocolmo.
– «Dictador islamista» –
El primer ministro sueco, Ulf Kristersson (derecha), consideró esa acción como un «sabotaje» de la candidatura de Suecia, un país históricamente neutro en asuntos militares, para entrar en la Alianza Atlántica.
Pero estas declaraciones suscitaron críticas en el país escandinavo.
El líder de la ultraderecha sueca, que no forma parte del ejecutivo, pero votó su investidura en otoño y representa la principal formación en el Parlamento, pidió al jefe del gobierno que no haga demasiadas concesiones a Erdogan, al que tachó de «dictador islamista».
«No podemos ir demasiado lejos, ya que debemos transigir con un sistema antidemocrático y un dictador», advirtió el miércoles Jimmie Åkesson.
Además, Turquía está exigiendo un número cada vez más elevado de extradiciones de militantes kurdos, presentados por Erdogan como «terroristas».
El presidente sueco habló recientemente de hasta 130 extradiciones, que no deben ser autorizadas por el ejecutivo sueco, sino por sus jueces.
Turquía «pide cosas que no queremos y no podemos darle», reconoció Kristersson a principios de enero, refiriéndose a estas polémicas extradiciones.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, hablaba el año pasado de un rápido proceso de adhesión, pero ahora reconoce que no puede dar una fecha, aunque cree que tendrá lugar en 2023.
«No puedo dar una fecha exacta, ya que se trata de una decisión soberana del Parlamento turco y del Parlamento húngaro, que todavía no la ratificaron», dijo Stoltenberg en declaraciones a la AFP.
Turquía y Hungría mantuvieron una relación cercana con Rusia a pesar de la invasión rusa de Ucrania.
Ankara intenta ejercer un rol de intermediario en el devastador conflicto, que empezó hace prácticamente once meses.
Finlandia, cuya posible adhesión a la OTAN se anunció al mismo tiempo que la de Suecia, indicó que no entrará en la Alianza Atlántica hasta que no lo haga su vecino escandinavo.
AFP.