Presionado por una protesta que ya completa 11 días, el gobierno de Ecuador abrió este jueves la vía al diálogo con los indígenas que se concentran por miles en Quito para pedir alivios frente al costo de vida.
El presidente Guillermo Lasso, aislado por covid, cedió a una de las peticiones de los manifestantes y ordenó a los militares replegarse de la Casa de la Cultura, un lugar simbólico para los pueblos originarios ubicado en el centro de la capital ecuatoriana.
Agitando banderas y con gritos de júbilo, una nutrida marcha entró este jueves al recinto que estaba bajo control de las tropas en el marco del estado de excepción que rige en Quito seis de las 24 provincias.
«Es un triunfo de la lucha», dijo el líder indígena Leonidas Iza con megáfono en mano mientras avanzaba hacia el ágora del centro cultural, donde definirán los pasos a seguir en esta crisis que deja tres manifestantes muertos y decenas de heridos y detenidos.
El gobierno permitió el paso de la multitud «en aras del diálogo y de la paz», aseguró el Francisco Jiménez, ministro de Gobierno.
El «propósito (es) que cesen los cierres de vías, las manifestaciones violentas, y los ataques en distintos lugares», añadió.
En Quito la mayoría de marchas son pacíficas, pero en las noches estallan los disturbios y los choques con la fuerza pública.
Unos 14.000 indígenas se movilizaron en varios puntos del país para exigir una reducción en el costo de los combustibles y una moratoria de los créditos con la banca privada, entre acciones que amortigüen el costo vida.
«Lloro de ver tanta gente maltratada por este gobierno infeliz», lamentó a la AFP Cecilia, una jubilada de 80 años con una bandera de Ecuador y un cartel con la consigna ‘Lasso mentiroso’.
En la noche del miércoles unos 300 indígenas ocuparon a la fuerza una central eléctrica en el sur de Ecuador y retuvieron a sus operadores. Sin embargo, el servicio no fue interrumpido. Hasta el mediodía el gobierno no había informado si retomó el control de las instalaciones o sobre la suerte de los funcionarios.
En una economía dolarizada donde los combustibles son subsidiados, el incremento de la gasolina y el diesel encareció los fletes. Los indígenas alegan que están cosechando a pérdidas.
– «Fuera Lasso» –
En la Casa de la Cultura los indígenas definen los pasos a seguir. «Aquí estamos los vagos que dicen que somos, que no estamos produciendo y por eso es que hay desabastecimiento, porque la gente del campo estamos aquí revelados», dijo en una tarima la líder indígena Nayra Chalán.
Bajo la consigna ‘fuera, Lasso, fuera’ miles de personas mantienen el pulso en las calles de Quito, mientras el gobierno cede a cuenta gotas.
El mandatario dio positivo para covid el miércoles, pero líderes de las protestas ven en el anuncio una cortina de humo para dilatar las negociaciones.
Según cifras oficiales, reducir los precios del combustible como claman los indígenas le costaría al Estado más de 1.000 millones de dólares al año en subsidios.
Lasso lo considera inviable y califica la protesta como una tentativa para derrocarlo. No en vano el país ganó fama de ingobernable tras la salida abrupta de tres presidentes entre 1997 y 2005 ante la presión social.
El gobierno ha anunciado otras medidas para intentar aplacar el descontento como aumentar los bonos para el 30% de la población más pobre, de 50 a 55 dólares. También condonó deudas de hasta 3.000 dólares con un banco estatal para agricultores y campesinos.
Las movilizaciones han dejado tres muertos, 92 heridos y 94 detenidos desde el 13 de junio, según la Alianza de Organizaciones por los Derechos Humanos.
En 2019, los indígenas protagonizaron marchas que dejaron 11 muertos y más de 1.000 heridos en todo el país, así como pérdidas por 800 millones de dólares.
Sin mayor respaldo político, Lasso cuenta por ahora con el apoyo de los militares que cerraron filas en torno a su gobierno.
AFP