«Lloré cuando vi a nuestros soldados»: cientos de vecinos fueron evacuados el viernes del pueblo de Ruska Lozova, una localidad «estratégica» al norte de Járkov, en el este de Ucrania, que el ejército ucraniano reconquistó tras dos meses de ocupación rusa.
«Lo hemos dejado todo allá. Solo nos llevamos a los animales y lo que podíamos meter en el auto. Dos meses de un miedo terrible… un miedo terrible», cuenta Natalia, de 28 años, que prefiere no dar su apellido.
Los evacuados llegaron a Járkov exhaustos, como recién levantados de una pesadilla, tras dos meses de ocupación y los dos últimos días entre combates y bombardeos.
«Nos quedamos en los sótanos, sin comida, durante dos meses, comíamos lo que había», explica Sviatoslav, de 40 años, con los ojos rojos de cansancio. Él tampoco quiso dar su apellido.
Ruska Lozova, que contaba con cerca de 5.000 habitantes antes de la guerra, se encuentra 18 kilómetros al norte de Járkov. El pueblo está atravesado por la autopista M20, que lleva hacia la frontera con Rusia.
«Éramos la línea del frente. El sexto día, se cortó la electricidad y el agua (…) Subimos a nuestro departamento al cabo de una semana y había un vehículo blindado de transporte de tropas bajo nuestra ventana. Pasamos mucho miedo», explica a la AFP Tatiana Efimovna, de 69 años.
«Había un niño andando en bicicleta. Ellos (los soldados rusos) lo detuvieron, le pusieron una bolsa en la cabeza y le ataron los brazos. Alguien preguntó que iban a hacer con él y respondieron: ‘vamos a controlarle’. Fue sobre todo por humillarle».
El ejército ucraniano calificó a Ruska Lozova de «localidad de importancia estratégica», pues el mando de las fuerzas terrestres considera que «desde este pueblo el enemigo efectuó disparos contra infraestructuras civiles y barrios residenciales de Járkov».
El bombardeo ruso sobre los barrios del noreste de esta ciudad, la segunda del país con unos 1,5 millones de habitantes antes de la guerra, es diario.
– «Dos noches terroríficas» –
Los ucranianos acabaron reconquistando Ruska Lozova tras dos días de intensos bombardeos y combates.
«Pasamos dos noches terroríficas, era como el infierno… La penúltima noche, veíamos el cielo ardiendo, todo el pueblo ardía», narra Svitlana Perepilitsa, de 23 años, que sujeta a un perrito entre sus brazos.
Según ella, «los rusos no llegaron el primer día (de la invasión). Durante varias semanas estábamos un poco como una ‘zona gris’, no éramos ni nosotros ni ellos. Cuando entraron en el pueblo, nos cortaron de Ucrania».
«Amenazaron con que habría un enorme bombardeo porque iban a atacar Járkov, así que la gente se subió en los autobuses y se marchó hacia Rusia porque no sabían qué hacer», añade esta joven.
Cuando los soldados ucranianos entraron en el pueblo, Svitlana Perepilitsa recuerda «haberles visto en nuestra calle, desde la ventana. Lloré, pero eran lágrimas de agradecimiento, porque estaba realmente contenta de verlos», sonríe Svitlana.
El viernes, la situación «estaba tranquila (…) no sabíamos si iba a haber una evacuación o no (…) Mi padre vio que había autos circulando, así que tomamos nuestras cosas, a los perros y nos fuimos», explica.
A su llegada a Járkov, los vehículos fueron agrupados en un parqueo, donde los vecinos de Ruska Lozova pasaron por un breve interrogatorio.
«Me hicieron preguntas sobre Bielorrusia y Minsk, porque nací allí y viví durante 23 años. Les he dicho que me gustaba estar en Ucrania», afirma Tatiana Efimovna, que no pudo precisar quién se encargaba de los interrogatorios.
Antes de marcharse, Svitlana Perepilitsa cuenta que su perrito nació el segundo día de la guerra y que se llama «Bay, la abreviación de Bayraktar», el nombre del dron turco que usa el ejército ucraniano.
«Es muy valiente, así que ahora tengo mi propio Bayraktar para protegernos», dice.
AFP.