El papa Francisco sorprendió al atender una llamada telefónica en público, al término de la audiencia general con los fieles, una conversación cuya razón aún se desconoce y que ha suscitado una gran intriga.
El pontífice había terminado la audiencia general en el Aula Pablo VI del Vaticano cuando de repente entró uno de sus colaboradores para comunicarle algo y después pasarle un teléfono móvil.
Francisco, cubierto por ese colaborador, que daba la espalda a los fieles, respondió a la llamada y habló durante unos instantes con su interlocutor, con rostro calmado y gesticulando con las manos, pero ante las cámaras de televisión que captaron la escena. Movió dos veces la mano derecha como si firmara algo.
Se trata de un gesto insólito sobre el que se está escribiendo mucho en las últimas horas, aunque ni el Vaticano ni sus órganos de comunicación han aludido a estas imágenes.
Lo que parece evidente es que se trataba de una llamada urgente que no podía posponerse, debido a la interrupción de su colaborador teléfono en mano cuando la audiencia estaba a punto de terminar.
En la pantalla del teléfono se leía el nombre de monseñor Edgar Peña Parra, el sustituto a la Secretaría de Estado vaticana. Después de impartir la bendición, el Sumo Pontífice suele mezclarse con la gente y saludar a algunas personas con afecto. Pero, apartándose nuevamente de la rutina, Francisco cambió bruscamente de dirección mientras hablaba con otro asistente y en lugar de descender los escalones del Aula Pablo VI para saludar a los fieles, se dirigió hacia una puerta de salida del escenario que estaba cerrada.
El asistente, y luego el Papa, hicieron un gesto a la gente para que esperara. El asistente abrió la puerta y el Sumo Pontífice salió del escenario. Al cabo de unos minutos, Francisco regresó y descendió la escalinata de mármol para mezclarse con la gente que quería estrecharle la mano o tomarse una foto con él.