Las operaciones de rescate continúan este martes en Marruecos, más de 72 horas después del devastador terremoto que dejó más de 2.900 muertos, pero las esperanzas de encontrar más sobrevivientes se agotan con el paso de las horas.
El rey Mohamed VI de Marruecos visitó este martes a los heridos del sismo en un hospital de la ciudad de Marrakech donde «preguntó por el estado de salud de los heridos» y donó sangre, según la agencia oficial de noticias MAP.
Por su parte la Cruz Roja lanzó el martes un llamamiento para obtener fondos de alrededor de 100 millones de euros para apoyar las operaciones de socorro.
El sismo causó 2.901 muertos y 5.530 heridos, según el último balance oficial del martes.
Voluntarios y rescatistas marroquíes, con ayuda de equipos extranjeros, están tratando de acelerar la búsqueda para encontrar posibles sobrevivientes y dar refugio a cientos de familias que han perdido sus hogares.
Sin embargo en algunas áreas aisladas, los residentes afirman que les han dejado solos.
En el pueblo de Douzrou, a 80 km al suroeste de Marrakech (centro) y destruido por el terremoto, se lee la preocupación en los rostros de los sobrevivientes, que viven en refugios improvisados.
Un centenar de personas han muerto en este pueblo situado al comienzo de las cordilleras del Alto Atlas, según los residentes.
«Es importante que nos cuiden, no podemos sobrevivir en la naturaleza por mucho tiempo. Las condiciones climáticas son muy duras. Tememos lo peor con el invierno que se avecina», dijo Ismail Oubella, de 36 años, que ha perdido a tres hijos de 3, 6 y 8 años, a su esposa embarazada y a su madre.
– Miedo a morir de hambre –
«Queremos ser reubicados lo antes posible, lo hemos perdido todo, incluso nuestro ganado (…) Los muertos, los sacamos nosotros mismos» de los escombros, dijo Hossine Benhammou, de 61 años. Nueve miembros de su familia, incluida su hija y dos nietas, murieron.
Un equipo de 20 rescatistas del United Kingdom International Search and Rescue Team (UK-ISAR) llegó a la zona. «Los habitantes han manejado la situación, pero desplegaremos perros para ver si hay algo» debajo de los escombros, dijo Steve Willitt, el líder del equipo, a la AFP.
«Tenemos miedo de las lluvias que pueden cortar el camino sin pavimentar que conduce a nuestro pueblo. Corremos el riesgo de morir de hambre», explicó Lahcen Ouhmane, de 68 años.
En la ciudad de Amizmiz, a una hora de distancia, hay decenas de sobrevivientes junto a un semirremolque, esperando ayuda alimentaria distribuida por voluntarios.
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«El gobierno no hace nada, así que lo hacemos nosotros», explicó Abdelilah Tiba, uno de los voluntarios, de 28 años.
«¿Qué haremos cuando la gente deje de ayudarnos?», se pregunta Fatima Benhamoud, de 39 años, que recibió una caja con frijoles, conservas y galletas. «Lo perdimos todo», lamenta.
Unos 100.000 niños se han visto afectados por el terremoto en Marruecos, donde representan casi un tercio de la población, dijo Unicef el lunes.
Las aldeas más cercanas al epicentro del terremoto aún permanecen inaccesibles debido a los desprendimientos de rocas. En algunas de ellas, sin salida al mar, los helicópteros van y vienen para entregar alimentos, según periodistas de la AFP.
– Hospitales de campaña –
El domingo, Marruecos anunció que había aceptado las ofertas de cuatro países para enviar equipos de búsqueda y rescate: España, Reino Unido, Catar y Emiratos Árabes Unidos.
«La mayor dificultad reside en las zonas remotas de difícil acceso, como esta, pero los heridos están siendo trasladados en helicóptero», declaró a la AFP la jefa del equipo español, Annika Coll.
El ejército marroquí ha establecido hospitales de campaña para tratar a los heridos en áreas sin litoral, como en la aldea de Asni, en la provincia de Al-Haouz, a poco más de una hora de Marrakech. Más de 300 pacientes ya han sido ingresados allí, dijo el médico coronel Youssef Qamouss.
El terremoto alcanzó una magnitud de 7 según el Centro Marroquí de Investigación Científica y Técnica (6,8 según el Instituto Geofísico Americano, USGS) y es el más potente que se haya medido en Marruecos.
AFP