Casi 100.000 personas permanecen atrapadas entre las ruinas de la ciudad ucraniana de Mariúpol, donde sufren hambre y sed bajo el implacable bombardeo ruso, casi un mes después del inicio de la invasión de Ucrania por Rusia, que sigue atacando varias ciudades.
Decenas de miles de pobladores han huido del puerto sureño, relatando «un infierno congelado, repleto de cadáveres y edificios destruidos», según Human Rights Watch (HRW).
En un video, el presidente Volodimir Zelenski dijo que más de 7.000 personas huyeron durante las últimas 24 horas, pero un grupo que iba por una ruta humanitaria pactada fue «simplemente capturado por los ocupantes».
El gobernante advirtió que miles más quedaron atrapados, mientras la situación humanitaria se agrava.
«Hoy la ciudad aún tiene casi 100.000 personas en condiciones inhumanas. Es un asedio total. Sin alimento, agua, medicamentos, bajo constante bombardeo», declaró Zelenski, tras insistir en su llamado a Rusia para que permita a los civiles salir por un corredor humanitario.
El Pentágono ha dicho que Rusia ahora ataca a la ciudad con artillería, misiles de largo alcance, desde buques en el mar de Azov.
Las fuerzas ucranianas también reportaron combates «pesados» en tierra con la infantería rusa, luego de que el lunes se negaron a acatar un ultimátum de Moscú para rendirse.
Autoridades locales hablan de unos 3.000 muertes de civiles en la ciudad. Agencias de la ONU admiten que «la cifra real sigue siendo desconocida».
El exalcalde de la ciudad Sergiy Taruta dijo que Mariúpol nunca perdonará el asedio ruso: «Nunca habrá suficiente furia, nunca habrá suficiente venganza, nunca habrá suficiente retribución».
El asedio de un mes sobre Mariúpol generó severas condenas internacionales.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, llamó a Rusia a terminar esta «guerra absurda».
«Incluso si cae Mariúpol, Ucrania no puede ser conquistada ciudad por ciudad, calle por calle, casa por casa. Esta guerra es imposible de ganar. Tarde o temprano, tendrá que pasar del campo de batalla a la mesa de paz», sostuvo Guterres.
Mariúpol es clave para Rusia por servir de puente terrestre entre las fuerzas rusas en Crimea, en el suroeste, y los territorios bajo control ruso en el norte y este.
– Cumbre con Biden –
En tanto, el presidente estadounidense, Joe Biden, advirtió que su par ruso, Vladimir Putin, está considerando el uso de armas químicas y biológicas ante el estancamiento de su ofensiva en Ucrania.
«Ahora Putin está contra la pared. Y cuanto más está contra la pared, más severas son las tácticas que podría utilizar», declaró.
El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, ha dicho que Rusia utilizaría armas nucleares si enfrenta una «amenaza existencial».
Biden tiene previsto viajar a Bruselas el jueves para una serie de reuniones con gobernantes de la OTAN, la Unión Europea (UE) y el G7, antes de trasladarse a Polonia, que ha recibido el grueso de los más de 3,5 millones de ucranianos que huyeron de su país por la guerra.
Por su parte, el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo que Washington consultaría a sus aliados sobre la participación de Rusia en el G20.
Indicó además que Washington no ha visto envíos de armas chinas a Rusia desde que Biden conversó la semana pasada con el presidente chino, Xi Jinping, a quien expresó su preocupación por un apoyo de Pekín a Moscú.
«No hemos visto (…) el envío de equipo militar de China a Rusia, pero desde luego esto es algo que estamos monitoreando de cerca», afirmó Sullivan.
En el terreno, el ministerio ruso de Defensa reportó algunos avances en el sureste de Ucrania y aseguró haber atacado «infraestructura militar» en todo el país.
Pero Ucrania y sus aliados sostienen que las fuerzas rusas han sufrido cuantiosas bajas, están mal equipadas e incapaces de realizar operaciones complejas.
Ante la dura resistencia ucraniana, el Pentágono cree que hasta 10% de las fuerzas rusas en Ucrania podrían haber caído en las cuatro semanas de combates.
– «Esta es nuestra tierra» –
Por primera vez hay señales de que las fuerzas ucranianas están a la ofensiva, al recuperar un poblado cercano a Kiev y atacar a las fuerzas rusas en el sur del país.
En la ciudad sureña de Mikolaiv, centro de intensos combates, los pobladores dijeron estar decididos a defenderla.
Durante el entierro del soldado Igor Dundukov, Serguéi lloró al besar el rostro hinchado de su hermano. «Apoyamos su compromiso de defender nuestra patria. Esta es nuestra tierra, vivimos aquí», declaró a la AFP.
Incluso en áreas capturadas por Rusia, persiste la resistencia. En la ciudad ocupada de Jersón, autoridades ucranianas acusaron a las fuerzas rusas de disparar contra manifestantes desarmados que protestaban el lunes en la Plaza Libertad.
En medio del derramamiento de sangre, Moscú y Kiev comenzaron negociaciones de paz en forma remota, luego de que las conversaciones directas en la frontera entre Bielorrusia y Ucrania avanzaron poco.
Rusia dijo que quiere discusiones «más sustantivas» y Zelenski expresó que todos los temas están sobre la mesa si Putin acepta dialogar directamente.
«Continuamos trabajando en varios niveles y presionando a Rusia por la paz», declaró Zelenski la noche del martes. «Es muy difícil, a veces escandaloso. Pero avanzamos paso a paso», agregó.
Desde que Rusia inició la invasión el 24 de febrero, al menos 117 niños han muerto en la guerra, según la fiscalía ucraniana. Unas 548 escuelas han sido dañadas y 72 destruidas.
Pero Rusia ha mantenido el asalto pese a las fuertes sanciones occidentales, que llevaron a empresas internacionales a abandonar el país.
Nuevas sanciones contra Rusia y el endurecimiento de las existentes serán anunciadas el jueves en Bruselas.
– Kiev se reagrupa –
La capital ucraniana quedó bajo toque de queda de 35 horas desde la noche del lunes, luego de que ataques rusos destruyeran el centro comercial Retroville, donde al menos ocho personas murieron.
Rusia aseguró que el sitio era usado para almacenar cohetes y municiones.
Con los negocios cerrados y los habitantes confinados, Kiev parecía un pueblo fantasma, con un silencio perforado por las sirenas y el sonido distante de las explosiones.
Maxim Kostetskyi, un abogado de 29 años, aseguró que los pobladores usan la «pausa» del cierre para reagruparse.
«No sabemos si los rusos seguirán con su intento de rodear la ciudad, pero estamos mucho más confiados, la moral está alta», afirmó.
AFP.