Brasil superó la marca de 500.000 muertos por covid 19 y avizora la tercera ola de una pandemia agravada, según los expertos, por la oposición del gobierno de Jair Bolsonaro al uso de máscaras y al distanciamiento social.
«500.000 vidas perdidas por la pandemia que afecta a nuestro Brasil y al mundo», tuiteó el ministro de Salud, Marcelo Queiroga, sin precisar el balance de las últimas 24 horas. Hasta el viernes, su ministerio había contabilizado 498.499 muertos, con un promedio diario de más de 2.000 en los últimos siete días.
Solo Estados Unidos había superado hasta ahora el medio millón de muertos. Pero en ese país las curvas de óbitos y contagios están en fuerte baja desde enero, en tanto que Brasil vivió este año una segunda ola de la enfermedad y está amenazado por la tercera.
«La tercera ola está llegando, los cambios empiezan a verse en las curvas de casos y decesos. La vacunación, que podría cambiar las cosas, avanza despacio y no hay señales de medidas de restricción de desplazamientos, al contrario», dijo a la AFP la epidemióloga Ethel Maciel, de la Universidad Federal de Espírito Santo (Ufes).
Para la Fundación Fiocruz, Brasil vive una situación «crítica», con «una meseta [de muertes] elevada y la posibilidad de una agravación en las próximas semanas, con la llegada del invierno» austral.
El nivel de ocupación de camas en las unidades de cuidados intensivos supera el 80% en 19 de los 27 estados del país y el 90% en ocho de ellos, precisó la Fiocruz.
La vida parece sin embargo casi normal en las grandes ciudades, con restaurantes y comercios abiertos y muchas personas sin máscara en las calles.
Una pandemia «maratonista»
«Pareciera que nunca hemos salido de la primera ola y que la pandemia es un maratonista que dosifica su esfuerzo», afirmó Alexandre da Silva, especialista en temas de salud pública, de la Universidad de Sao Paulo (USP).
Da Silva considera que Brasil, más que una pandemia, vive una «sindemia», en la cual la emergencia sanitaria se potencia mutuamente con sus estragos socioeconómicos.
El desempleo alcanzó niveles récord, con casi 15 millones de personas en busca de trabajo.
Una comisión parlamentaria investiga la responsabilidad del gobierno en la magnitud de la tragedia.
«La pandemia es una bomba de tiempo. Si la vacunación no se acelera y sin una mejor coordinación de las políticas de salud y de asistencia social, habrá muchas más muertes que podrían evitarse», advierte Da Silva.
La vacunación, que se inició a mediados de enero, sufrió una serie de interrupciones por falta de insumos. Pero cantidades importantes de lotes llegaron en los últimos días, permitiendo acelerar la inmunización en ciudades como Sao Paulo y Rio de Janeiro.
Un 29% de la población recibió hasta ahora la primera dosis y solo 11,36% la segunda, de acuerdo con datos oficiales.
‘Copa Covid’
Bolsonaro se opone a las medidas de confinamiento, en nombre de su impacto económico negativo y de la libertad de desplazamiento.
También cuestiona la eficacia de las vacunas y la utilidad de las máscaras, promueve medicamentos sin eficacia comprobada contra el covid e insta a vivir prácticamente como si nada pasara, porque «todos nos vamos a morir un día».
«Mientras yo sea presidente (…), vamos a luchar para que los ciudadanos tengan armas y no estén obligados a usar máscaras», dijo el mandatario de ultraderecha el jueves, en su programa semanal en vivo en las redes sociales.
Su postura, tildada de «negacionista» por sus adversarios, lo llevó a acoger este mes en Brasil la Copa América de fútbol, a la que habían renunciado Colombia por sus conflictos sociales y Argentina por el repunte de la pandemia.
Bolsonaro participó últimamente en manifestaciones y caravanas de motociclistas, con la mirada puesta en las elecciones de octubre de 2022.
La oposición movilizó este sábado, por segunda vez en menos de un mes, a miles de personas en las principales ciudades del país, para denunciar la caótica gestión gubernamental de la pandemia.
Para Ethel Maciel, miles de muertes pudieron evitarse «informando a la población sobre las medidas de salud pública», pero «nada de eso se hizo» y el gobierno convirtió a la pandemia «en una batalla ideológica».
Con información de AFP