El presidente francés, Emmanuel Macron, sorprendió a principios de enero al reconocer su deseo de «fastidiar» a los no vacunados contra el covid, pero su agresiva estrategia podría movilizar a los electores opuestos a su eventual reelección en abril.
El exministro y exbanquero, que aún no confirmó su esperada candidatura a las elecciones presidenciales de este año, combina firmeza sobre las vacunas y un levantamiento gradual de las restricciones sanitarias en febrero para asegurarse un amplio apoyo.
A pesar de los altos índices de aprobación a su gestión de la crisis, incluso el reciente requisito de vacunación completa para entrar en restaurantes y otros lugares de ocio, su historial de polémicos comentarios parece empezar a pasarle factura.
Una encuesta de Odoxa publicada el pasado martes vio su índice de aprobación caer seis puntos, al 39%, su nivel más bajo en nueve meses. «Para algunos existe todavía una imagen muy fuerte (…) de un presidente un poco arrogante», dijo a la AFP Emile Leclerc, de Odoxa.
«Los comentarios como presidente reafirman el estilo transgresor de Emmanuel Macron como candidato», escribió el politólogo Giuliano da Empoli, en el diario Le Monde. «Está claro que no va a renunciar a un elemento que constituye gran parte de su éxito», agregó.
Sin embargo, si la crisis sanitaria amaina, Macron puede tener más dificultades para mantener el apoyo, ya que temas como la inflación o el poder adquisitivo, así como la seguridad y la migración, vuelven a estar en primera línea.
El apoyo entre su base de centro-derecha se mantiene estable y la mayoría de los expertos esperan que pase fácilmente al balotaje. Pero su victoria se anuncia más complicada con la derechista Valérie Pécresse como rival, en lugar de la ultraderechista Marine Le Pen.
«Si es Pécresse [quien pasa a segunda vuelta], le va a costar mucho más atraer a un electorado más amplio, porque tendrá que ser mucho más cortés y consensual», dijo Jean Viard, un veterano sociólogo y exconcejal de Marsella (sur).
– La personalidad, «decisiva» –
«Este duelo motivaría a la gente: un hombre y una mujer de orígenes sociales y culturales similares y sin muchas diferencias entre ellos, lo que significa que la personalidad va a desempeñar un papel decisivo», agregó Viard.
Pécresse, exministra durante la presidencia del conservador Nicolas Sarkozy (2007-2012), ha hecho de la crítica al gobierno del «menosprecio» de Macron una piedra angular de su campaña, prometiendo «reparar y unir el país» en su lugar.
Esa promesa de aire fresco podría tener eco entre los votantes ansiosos por una vuelta a la normalidad tras dos años de covid, incluidos los moderados de centro izquierda consternados por la desintegración del otrora gobernante Partido Socialista.
En una carrera en la que se espera que las altas tasas de abstención vuelvan a inyectar volatilidad, una reciente encuesta de Ipsos subraya que los votantes de izquierdas parecen menos propensos a votar por Macron en una segunda vuelta.
Sólo el 24% de los partidarios del izquierdista Jean-Luc Mélenchon, que lidera los sondeos a la izquierda pero sin opciones, dijo que votaría por el conocido como «presidente de los ricos» en el balotaje, frente dos tercios de socialistas y verdes.
Viard también señaló que «las personas mayores son las que más votan a Macron, pero que es muy posible que se queden en casa por miedo al covid».
Según la prensa, el mandatario liberal esperará lo máximo posible para oficializar su candidatura, si bien Leclerc advirtió que «se abre una nueva fase en la campaña: su popularidad está cayendo y todavía pueden pasar muchas cosas en los dos próximos meses».
De ganar, Macron sería el primer presidente en renovar su mandato desde el conservador Jacques Chirac (1995-2007). Sarkozy no logró su reelección al perder en 2012 frente al socialista François Hollande, quien renunció a su vez a repostularse cinco años después.