China advirtió el jueves que los cuatro países occidentales que promueven un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de invierno de Pekín «pagarán» el precio, al tiempo que Francia decidió no sumarse a la iniciativa estadounidense.
Washington anunció un boicot a comienzos de semana, denunciando las las violaciones de derechos humanos en China y que el tratamiento de la minoría musulmana de los uigures constituye un «genocidio».
El Reino Unidos, Australia y Canadá anunciaron a su vez el miércoles que se sumaron al boicot diplomático al evento deportivo.
Pese a que la medida solo implica no enviar delegados del gobierno y no impedirá viajar a los atletas, Pekín amenazó el jueves con represalias.
«La utilización por parte de Estados Unidos, Australia, el Reino Unido y Canadá de la plataforma olímpica para una manipulación política es impopular y aislacionista e inevitablemente [estos países] pagarán el precio de sus acciones erradas», dijo a la prensa el portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin.
Los Juegos previstos entre el 4 y el 20 de febrero, estarán afectados por las restricciones impuestas por China a la entrada de extranjeros por el covid-19.
Esto implica que pocos dignatarios viajarán al evento, con la notable excepción del presidente ruso Vladimir Putin, que aceptó la invitación de su homólogo chino, Xi Jinping.
Por su parte Francia anunció que no se suma al boicot y enviará a la número dos del ministerio de Deportes, Roxana Maracineanu.
El presidente de Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, indicó el miércoles que mantendrá una posición neutra pero destacó que lo importante es «la participación de los atletas».
– Deterioro de las relaciones –
Los cuatro países que impulsan el boicot han deteriorado sus relaciones con Pekín en los últimos años.
El Reino Unido, por ejemplo, critica a China por la represión en Hong Kong.
El año pasado, la exclusión del gigante chino Huawei en el desarrollo de la tecnología de telecomunicaciones 5G, generó indignación en Pekín.
El Reino Unido tomó esta decisión después de que Washington señaló preocupaciones de espionaje.
Los vínculos entre Canadá y China estuvieron en su peor momento a finales de 2018 tras el arresto en Vancuver de la hija del fundador del gigante chino de las telecomunicaciones Huawei, por una orden de detención emitida por Estados Unidos.
Pekín respondió con el arresto de dos ciudadanos canadienses, pero en septiembre los tres afectados fueron liberados y repatriados.
En el caso de Australia, los vínculos pasan por una aguda crisis en los últimos dos años por las sanciones impuestas por Pekín a los bienes australianos.
China respondió con estas medidas después de que Australia buscara legislar contra la influencia extranjera para vetar a Huawei en los contratos de 5G y pidiera una investigación independiente sobre el origen de la pandemia del coronavirus.
La decisión reciente de Canberra de equiparse con submarinos de propulsión nuclear gracias a un pacto de defensa con Estados Unidos y Reino Unido atizó la tensión con Pekín.
El primer ministro británico, Boris Johnson, anunció el boicot ante el Parlamento, pero mantuvo la posición de los otros tres países de que los atletas deben participar.
En Otawa, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, explicó la decisión por la preocupación por «las violaciones a los derechos humanos del gobierno chino».
Varias organizaciones de derechos humanos han apoyado este boicot y la directora para China de Human Right Watch, Sophie Richardson, lo calificó como «paso crucial para desafiar los crímenes contra la humanidad del gobierno chino hacia los uigures y otras comunidades túrcicas».
Los activistas aseguran que al menos un millón de uigures y otras personas provenientes de minorías musulmanas han sido encarceladas en campos en Xinjiang, donde Pekín también está acusado de trabajos forzados y de esterilizaciones.
China defiende estos campos como centros vocacionales para reducir el atractivo que ejercen grupos de extremistas islámicos.
AFP