Entre el deseo de ofrecer al mundo un espectáculo inédito y las limitaciones que impone la seguridad, la preparación de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París-2024, un desfile de barcos por el río Sena, es un auténtico rompecabezas.
La imagen debe ser inolvidable y el espectáculo grandioso, como desea el presidente francés Emmanuel Macron. Pero no hay precedentes en los que fijarse en la primera ceremonia de inauguración de unos Juegos fuera del estadio.
Todos los actores implicados; Estado, comité de organización (Cojo) y ciudad de París son conscientes del desafío.
«Todo el mundo trabaja enormemente. Nunca se ha visto una ceremonia así. Pero vamos a llegar, estaremos preparados», repite un alto funcionario.
El 26 de julio de 2024 a las 20h24 exactas, más de un centenar de barcos con las delegaciones de atletas de cada país descenderá el Sena, desde el Puente de Austerlitz a la Torre Eiffel: Seis kilómetros atravesando París ante 600.000 espectadores y una llegada establecida a las 23h50.
Pero a menos de un año y medio del gran día, el formato de esta parada náutica, imaginada por Macron y la alcaldesa de París Anne Hidalgo, sigue sin estar definido completamente, sobre todo en lo que respecta al número de espectadores.
En noviembre el ministro francés del Interior Gerald Darmanin habló de 100.000 espectadores que pagarán entrada por seguir la ceremonia desde las riberas del río, mientras que otros 500.000 podrán asistir de manera gratuita -pero con entrada- aunque desde una posición más alejada.
– Límite de espectadores –
Las entradas permitirán el acceso a los ‘muelles altos’, una veintena según la organización. «Un ticket servirá para entrar a una zona, no se podrá caminar de Bercy a Trocadero», explica Pierre Rabadan, adjunto a la alcaldesa encargado de los Juegos.
El público tampoco podrá pasearse por los puentes. Algunos se reservarán a la logística, la iluminación, la sonorización y los servicios de urgencia en caso de evacuación. Otros serán ocupados por espectadores que paguen.
Por el momento la cifra de 600.000 personas no ha sido cuestionada oficialmente, pero algunas voces creen que será mejor reducirla a 500.000 o 400.000 por razones de seguridad.
Rabadan cree que más allá del número de espectadores, «la verdadera cuestión» será el total de personas ese día en el espacio público parisino: «Sin duda más de un millón».
Casi 100 barcos se dedicarán a las delegaciones deportivas. «Hay interrogantes sobre el número de delegaciones que rechazará desfilar, así como las que no querrán compartir embarcación», explica un responsable de la organización.
– Unos 150 barcos –
A la flota de los países se añadirá «una veintena» de barcos dedicados a la seguridad y otros reservados al Cojo para los espectáculos y para remolcar a aquellos que sufran una avería.
En total, el número de barcos podría acercarse a los 150 según un alto funcionario.
Los servicios de la prefectura de policía de París (PP) «nunca han trabajado en un escenario así», señala un agente de alto rango. «Cuando es algo que se repite, se pueden hacer analizar, mejorar, instaurar lo que funciona, aquí tendremos un solo tiro», añade.
Un ensayo del desfile fluvial tendrá lugar en julio «con 30 o 40 barcos», según un alto funcionario.
Para la ceremonia de apertura Darmanin prevé movilizar «35.000 policías y gendarmes». El ministro contará con 30.000 miembros de las fuerzas de seguridad al día durante la duración de los Juegos, del 26 de julio al 11 de agosto.
Además cifró en 25.000 los agentes de seguridad privada que se encargarán de las sedes de la competición, responsabilidad del Cojo. A finales de febrero solo 3.000 habían sido contratados y 1.800 estaban en formación, según la prefectura de la región Ile de France.
Los concursos lanzados por el Cojo han sido «en su gran mayoría infructuosos», señaló una fuente cercana al dosier, ya que las empresas del sector consideran que los precios que se ofrecen son demasiados bajos.
La Dirección General de la Seguridad Interior (DGSI) y demás servicios de inteligencia también se movilizarán debido a las amenazas muy elevadas que rodean a eventos del calibre de los Juegos.
AFP