El conocimiento es poder. Y entender y comprender a los niños y adolescentes con Trastornos de Espectro del Autismo (TEA) y a sus familias es esencial para que sientan que forman parte de una sociedad que les respeta. Este entendimiento está avanzando gracias a la investigación, al tesón de los padres y madres, a los especialistas en terapia de la conducta y a una sociedad cada vez más concienciada con el auge de series y películas que incluyen esta temática, que hace que los menores diagnosticados con TEA hoy vivan un poco mejor. Este sábado 2 de abril es el Día Mundial del Autismo.
El primer paso hacia una inclusión real es saber qué son los TEA. “Estos trastornos son una condición que afecta el desarrollo del sistema nervioso en las fases previas al nacimiento, que hace que se desarrolle de una manera distinta a la habitual y que, por lo tanto, luego funcione también de forma distinta”, explica Ruth Vidriales, psicóloga y Directora Técnica de Autismo España.
Explica que exiten varios grados de TEA. «Hay personas que tienen una discapacidad intelectual importante, pero otras que, en cambio, tienen un funcionamiento cognitivo medio o superior a la media”. Y con el lenguaje pasa igual: “Algunos no disponen de lenguaje verbal y lo compensan con otro tipo de formas para comunicarse; otros lo tienen totalmente destruido y otros cuentan con un lenguaje aparentemente similar al de cualquier otra persona».
“Evidentemente, estas personas evolucionan a partir de sus experiencias, de los apoyos que reciban y de otros factores del entorno, porque hay veces que los contextos son más o menos favorecedores. Por ejemplo, están aquellos entornos que fomentan el aprendizaje, la participación social y las experiencias de desarrollo personal positivas, y otros que, por el contrario, pueden ser contextos de estrés o con muchas barreras que hacen que la persona con autismo tenga más dificultades”, añade.
Los expertos en TEA y familiares aseguran que queda mucho por hacer para que haya una inclusión real de estos niños y adolescentes.
“Normalmente, cuando hablamos de diversidad, acabamos apelando a la igualdad, pero tenemos que incorporar la equidad, que es dar a cada persona lo que necesita y así permitir a todo individuo tener unas condiciones razonables que le permitan vivir con un grado de bienestar importante. Y debemos mantenernos alerta, en esa guardia, si no enseguida volvemos a caer con facilidad en la zona de la negación de que estas personas existen”, concluye.
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