35 años del peor accidente nuclear del mundo que se produjo en Chernóbil, Ucrania, un macabro monumento de errores humanos que terminó cuando explotó un reactor de la central nuclear.
Fue el reactor número 4 de la central, 110 kilómetros al norte de la capital, Kiev, estalló y se incenció la noche del 26 de abril de 1986. Eso resquebrajó el edificio y expulsó material radiactivo hacia el cielo.
Las autoridades soviéticas empeoraron la catástrofe al no decirle a la gente lo que había ocurrido. Aunque la cercana localidad de Pripyat, donde vivían trabajadores de la planta, se evacuó al día siguiente, los dos millones de habitantes de Kiev no fueron informados pese al riesgo de lluvia radiactiva.
El mundo solo supo del desastre cuando se detectó un aumento de la radiación en Suecia
Finalmente, fueron evacuadas más de 100.000 personas en la zona y se estableció una zona de exclusión de 2.600 kilómetros cuadrados donde la única actividad eran trabajadores que gestionaban los residuos y atendían un sarcófago construido a toda prisa sobre el reactor.
La radiación siguió saliendo del edificio del reactor hasta 2019, cuando todo el edificio quedó cubierto por una enorme estructura. Dentro, varios robots empezaron a desmontar el reactor y las autoridades sintieron un nuevo optimismo por la región.
“Este es un lugar de tragedia y recuerdo, pero es también un lugar donde se puede ver cómo una persona puede sobreponerse a las consecuencias de una catástrofe global”, expuso Bohdan Borukhovskyi, ministro ucraniano de Medio Ambiente.
“Queremos que aparezca un nuevo relato, que no es una zona de exclusión, sino una zona de desarrollo y recuperación”.
Explicó que “nuestro turismo es único, no es un concepto clásico de turismo” y añadió que “esta es una zona de meditación y reflexión, una zona donde puedes ver el impacto del error humano, pero también puedes ver el heroísmo humano que lo corrige”.
Según un artículo de The Associated Press, la zona de Chernóbil ha visto multiplicarse por dos el número de turistas tras una premiada miniserie de televisión de 2019, y las autoridades confían en que el nivel de interés se mantendrá o crecerá una vez remita la pandemia global.
Una de las cosas que más interesa a los turistas es ver las ruinas de Pripyat, una ciudad antes moderna de 50.000 años que ahora está tomada por la ruina y la vegetación. Hay labores en marcha para construir caminos que faciliten que los visitantes puedan recorrer los restos.
La planta de Chernóbil está fuera de servicio, pero aún queda mucho trabajo por hacer en la planta. Se espera que el desmantelamiento de los cuatro reactores no termine antes de 2064, según Borukhovskyi.
Ucrania también decidió utilizar la zona desierta para almacenar los residuos de las otras cuatro centrales nucleares del país, en una instalación que abrirá este año. Hasta hace poco, el combustible ya utilizado se procesaba en Rusia.
Radiación de humanos y de animales
“Hacemos todo lo posible para que este territorio, donde ahora es imposible que viva la gente, se utilice de forma provechosa y dé un beneficio al país”, alegó Serhiy Kostyuk, responsable de la agencia que gestiona la zona de exclusión.
El nivel de radiación en la zona es lo bastante bajo para que los turistas la visiten y los trabajadores cumplan con sus tareas, pero la residencia permanente está prohibida. Sin embargo, más de 100 personas siguen viviendo en los 30 kilómetros (18 millas) a la redonda de la central nuclear, pese a las órdenes de que se marchen.
Los efectos sobre la salud humana que puede tener vivir allí en el largo plazo siguen siendo objeto de un intenso debate científico. Inmediatamente después del accidente, 30 trabajadores de la planta y bomberos murieron por graves efectos de la radiación. Más tarde, miles de personas murieron de enfermedades relacionadas con la radiación, como el cáncer.
Para sorpresa de muchos que esperaban que el lugar se convirtiera en una zona muerta durante siglos, la fauna silvestre prospera: Osos, bisontes, lobos, linces, caballos salvajes y docenas de especies de aves viven en la zona libre de gente.
Según los científicos, los animales han resultado ser mucho más resistentes a la radiación de lo esperado, y pudieron adaptarse rápidamente a la fuerte radiación.
“Este es un territorio gigante (…) en el que mantenemos una crónica de la naturaleza”, dijo el biólogo Denis Vishnevskiy, de 43 años y que lleva 20 años observando la naturaleza en la región. “La zona de exclusión no es una maldición, sino nuestro recurso”.
Las autoridades ucranianas han pedido que la zona de exclusión se incluya en la lista de la UNESCO de lugares Patrimonio de la Humanidad porque es un lugar “de interés para toda la humanidad”. El Ministerio de Cultura ya inició trámites para reconocer la zona como monumento, lo que atraerá más financiamiento y turistas.
“Chernóbil no debería convertirse en un campo de juegos salvaje para aventureros”, señaló el ministro de Cultura, Oleksandr Tkachenko.
“La gente debe salir de la zona de exclusión concienciada de la memoria histórica de este lugar y su importancia para toda la humanidad”.
Con el objetivo de preservar esa memoria, algunos entusiastas han creado la Chornobyl App, que incluye documentos desclasificados sobre el desastre y permite a los usuarios explorar la zona y las estructuras con realidad aumentada.