El presidente Joe Biden, quien asumió el cargo en medio de una conmoción política en Estados Unidos, recibe este jueves a representantes de más de 100 países para una Cumbre por la Democracia muy criticada por China y Rusia, y de la que han quedado excluidos ocho países de las Américas.
Para la Casa Blanca, la cumbre, que será virtual debido a la pandemia, encarna el liderazgo de Estados Unidos en una lucha existencial entre democracias y dictaduras o autocracias.
«No se equivoquen, estamos en un momento de evaluación democrática», afirmó Uzra Zeya, subsecretaria de Estado para Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos.
«No es ningún secreto que las democracias de todo el mundo se enfrentan a desafíos cada vez mayores debido a amenazas nuevas y novedosas. Países de prácticamente todas las regiones del mundo han experimentado grados de retroceso democrático», advierte.
Biden inaugurará con unas palabras esta cumbre, que durante dos días reunirá a representantes de unos 100 gobiernos, además de oenegés, empresas, organizaciones filantrópicas y legislaturas.
Pero el telón de fondo es preocupante: las reglas democráticas estadounidenses han sido desafiadas por Donald Trump, con su intento de revertir los resultados electorales de 2020.
E incluso antes de que los asistentes a la cumbre puedan reunirse, surgieron tensiones sobre quién debería integrar o quedarse fuera de la lista.
China y Rusia, que Biden considera autocracias, quedaron deliberadamente fuera, lo cual según estos países aviva una «brecha ideológica». «Ningún país tiene derecho a juzgar el vasto y variado panorama político del mundo con un único criterio», escribieron el embajador ruso, Anatoly Antonov, y el chino Qin Gang.
Lo que acabó de exasperar a Pekín fue que el gobierno estadounidense invitara a Taiwán, una isla gobernada democráticamente, a la que la China comunista continental considera parte de su territorio, aunque no esté bajo su control.
El lunes Washington también anunció que no enviaría a funcionarios gubernamentales a los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín en febrero en protesta por las violaciones de los derechos humanos, incluido el «genocidio» contra el grupo étnico de los uigures en la región de Xinjiang.
Australia, Reino Unido y Canadá se han sumado al boicot diplomático, pero sus atletas acudirán. Y una vez más, Rusia se unió a China para criticar la decisión.
Decidir cuándo otros países deberían ser excluidos de la cumbre por violaciones de los derechos humanos o fraude electoral ha sido igual de complicado.
Por ejemplo, Pakistán y Filipinas están dentro, mientras que el gobierno nacionalista de Hungría, miembro de la Unión Europea, se ha quedado fuera. El presidente de derecha brasileño Jair Bolsonaro ha sido invitado, mientras que el dirigente de Turquía, miembro de la OTAN, Recep Tayyip Erdogan, fue rechazado.
En América Latina y el Caribe se ha excluido a los gobiernos de ocho países: Nicaragua, Cuba, Bolivia, El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití y Venezuela, aunque se ha invitado a Juan Guaidó, líder opositor venezolano a Nicolás Maduro.
– Problemas puertas adentro –
Sin embargo lo más llamativo es que Biden tiene dificultades para restaurar la fe en la democracia en su propio país.
Trump se niega a reconocer los resultados de las elecciones de 2020, en las que fue derrotado por Biden.
Con la ayuda de los medios de comunicación conservadores, incluida la poderosa Fox News, el expresidente republicano sigue difundiendo mentiras sobre fraude entre sus decenas de millones de seguidores.
Y mientras las imágenes del asalto al Congreso el 6 de enero por partidarios de Trump todavía están muy presentes, hay crecientes temores sobre las elecciones legislativas de 2022 y las presidenciales de 2024 a las que Trump quiere volver a presentarse.
Bruce Jentleson, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Duke, estima que la cumbre «nunca fue una buena idea».
«Nuestros problemas aquí son mucho peores que en cualquier otra democracia occidental. Nuestro Capitolio fue atacado, un intento de golpe de Estado. No hemos visto que eso pasara en París, ni en el Bundestag (alemán) o la sede de la UE en Bruselas», añade.
«Si queremos competir, tenemos que esforzarnos al máximo y eso depende más de nosotros en el país que de reunir de alguna forma a 100 líderes y decir ‘nos gusta la democracia'».
AFP