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Científicos del clima escrutan las señales del planeta que se avecina

La Tierra bate récords de calor, pero las canículas, las tempestades y las terribles inundaciones agravadas por el cambio climático podrían ser solamente un preámbulo del futuro que nos preparan las energías fósiles.

Ese es el resultado a primera vista de la lectura de las 10.000 páginas de informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

El IPCC, del que forman parte centenares de científicos del mundo entero, debate estos días qué resumen debe entregar a los responsables políticos de casi 200 países presentes en su reunión en Interlaken (Suiza), una cita que en principio debería terminar este lunes.

Se trata de la síntesis de su sexto ciclo de evaluaciones científicos, que se ha prolongado durante nueve años.

Estas son las principales conclusiones de los informes publicados por el IPCC desde 2018.

 

– ¿Objetivo 1,5 °C o 2 °C? –

 

El Acuerdo de París de 2015 se fijó como objetivo limitar el aumento de la temperatura media del planeta a menos de 2 ºC, idealmente 1,5 ºC, respecto a mediados del siglo XIX.

Desde 218, el IPCC insiste en que solamente el objetivo más ambicioso, de 1,5 °C, puede preservar el mundo de una grave crisis climática, lo que implica «cambios sin precedentes y en todos los aspectos de la sociedad».

De aquí a 2030, las emisiones de gases de efecto invernadero deberían disminuir un 43% respecto a los niveles de 2019. E incluso un 84% de aquí a 2050. Pero continúan aumentando, y ese 1,5º C será superado ineluctablemente, aunque solo sea de forma temporal.

Cada décima de grado cuenta.

A 1,5 °C, el 14% de las especies terrestres estarán amenazadas de extinción. Con +2 °C, el 99% de los arrecifes de coral en aguas templadas –que albergan una cuarta parte de la vida marina– morirán asfixiados, y los acuacultivos (moluscos, piscifactorías… ) sufrirán también las consecuencias.

Los informes del IPCC ponen de relieve el peligro de los «puntos críticos», esos umbrales de temperatura de los que no hay retorno, y que provocan cambios irreversibles.

Por ejemplo, en los márgenes de la Amazonía, donde el bosque tropical se transformó ya en sabana.

En las regiones nórdicas, en Groenlandia y en la parte occidental de la Antártida, un calentamiento entre 1,5 ºC y 2 °C podría provoca el derretimiento del permafrost, la capa helada que recubre millones de km2 de tierras que retienen CO2 y metano.

Y el deshielo de los casquetes de agua dulce helada podrían provocar un aumento del nivel de los océanos en hasta una docena de metros, a lo largo de siglos, pero de manera también irreversible.

 

– «Atlas del sufrimiento» –

 

El informe del IPCC 2022 sobre el impacto del calentamiento fue descrito por el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, como un «atlas del sufrimiento humano».

Entre 3.300 y 3.600 millones de personas son «muy vulnerables» a esos efectos, en particular ante las canículas, la sequía así como los mosquitos, vectores de transmisión de enfermedades.

De aquí a 2050, numerosas megápolis costeras y pequeños Estados insulares sufrirán cada año catástrofes meteorológicas que antes eran excepcionales.

 

– Ecosistemas en peligro –

 

Son los bosques, las plantas y el suelo los que por ahora contribuyen a aliviar la factura climática. Esas regiones boscosas en todo el mundo, y particularmente la Amazonía, contribuyen a absorber cerca de una tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero causadas por la actividad humana.

El exceso de explotación de esos recursos madereros envía a la atmósfera CO2, metano (CH4) y óxido de nitrógeno. Y la agricultura consume el 70% de las reservas de agua dulce disponibles.

Los océanos contribuyen también al alivio, con la absorción de una cuarta parte del CO2 producido por el hombre y más del 90% del exceso de calor provocado por los gases de efecto invernadero.

Pero eso tiene un coste: los mares se han acidificado, y el calentamiento del agua en superficie ha aumentado la fuerza y el alcance de las tormentas tropicales.

 

– Energías fósiles –

Toda solución pasa por «reducciones rápidas, profundas y en la mayoría de casos inmediatas de los gases de efecto invernadero en todos los sectores», incluida la industria, la agricultura, la energía y las ciudades, advierte el IPCC.

Las centrales térmicas que no están equipadas con una tecnología capaz de captar el CO2 deberían reducir sus emisiones entre un 70 y 90% en los próximos ocho años.

De aquí a 2050, el mundo debería ser neutro en carbono, lo que implicaría absorber emisiones residuales en la atmósfera.

La buena noticia es que las alternativas a los hidrocarburos han bajado de precio. Entre 2010 y 2019 el coste unitario de la energía solar cayó un 85%, la energía eólica un 55%.

AFP