La reanudación de las relaciones diplomáticas y comerciales con Venezuela fue la política de las relaciones exteriores de Gustavo Petro en sus primeros meses de gobierno, mientras que el manejo de la migración venezolana en Colombia desapareció de sus prioridades para dar paso a otros temas, como la paz total o las reformas a la salud, al régimen laboral y a las pensiones.
De acuerdo a un artículo de El Espectador, está relación despertó gran expectativa y entusiasmo en diversos sectores del país; pero el estado de opinión de la población colombiana cambió drásticamente, según lo revela la última encuesta de abril de Invamer que, ante la pregunta sobre si las relaciones entre Colombia y Venezuela serán más respetuosas y prósperas cada día, reveló que un 62 % contestó en agosto de 2022 positivamente contra un 34 % que lo hizo negativamente.
Estos números contrastan con los que se venían viendo durante la administración Duque, cuando la tendencia era inversa.
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Los colombianos han ido perdiendo gradualmente el entusiasmo sobre el futuro de las relaciones con Venezuela y ya en abril de 2023 volvieron a cruzarse las curvas y nuevamente un 54 % no le apuesta a los beneficios de los renovados lazos diplomáticos, contra un 43 % que todavía manifiesta tener fe en ellos.
Habrá que esperar a ver cómo evolucionan los nuevos vínculos entre Bogotá y Caracas para determinar si las tendencias que comienzan a apreciarse se consolidan o no.
Cabe acotar que, la reciente cumbre internacional convocada por Gustavo Petro para buscar destrabar el proceso de negociación entre el régimen de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, en el que el mandatario colombiano ha mostrado un gran interés en incidir, es un excelente ejemplo de iniciativas que podrían cambiar las cosas.
No obstante, los grises resultados de la cita, que tuvo lugar en la capital colombiana, también muestran lo difícil que pueden ser las articulaciones con su par venezolano, a la luz de las maximalistas exigencias del gobierno venezolano.
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