Ebrahim Raisi, presidente de Irán, falleció a los 63 años en un accidente aéreo mientras viajaba en helicóptero desde Azerbaiyán. Raisi, un clérigo religioso de la línea dura, fue elegido presidente en 2021. Durante su mandato, Raisi buscó expandir la influencia regional de Irán, apoyando a militantes en todo Medio Oriente, acelerando el programa nuclear iraní y llevando al país al borde de una guerra con Israel.
Durante su presidencia, Irán enfrentó una de las más fuertes olas de protestas antigubernamentales en décadas, así como una crisis económica deriva50da de las sanciones internacionales y un alto nivel de desempleo.
Raisi nació en 1960 en el este de Mashad, en una familia profundamente religiosa. Creció en el fervor de la revolución islámica de 1979 que derrocó a la monarquía iraní. Fue considerado durante mucho tiempo como un posible sucesor del ayatolá Ali Khamenei, el líder supremo de Irán. Ascendió en la jerarquía del Poder Judicial como un estudioso religioso y protegido de Khamenei, sirviendo como fiscal en varias ciudades.
En su carrera judicial, Raisi fue nombrado en el más alto cargo de la Justicia y se cree que formó parte de un pequeño comité que ordenó las ejecuciones de miles de disidentes políticos en 1988. Fue acusado durante décadas de violaciones a los derechos humanos y sancionado por Estados Unidos.
Su presidencia estuvo marcada por múltiples protestas, especialmente tras la muerte de Mahsa Amini, una joven mujer kurda que murió bajo custodia policial. Las autoridades respondieron con una brutal represión, que incluyó asesinatos y ejecuciones. Durante su mandato, Irán continuó con su programa de enriquecimiento de uranio y su desarrollo de misiles balísticos, lo que llevó a una escalada de tensiones con Israel. El conflicto se materializó el mes pasado cuando Teherán lanzó un ataque con cientos de misiles y drones en respuesta a un bombardeo israelí en el consulado iraní en Damasco.
En el ámbito internacional, Irán se convirtió en el principal proveedor de drones militares para Rusia en su guerra con Ucrania desde febrero de 2022. Además, Teherán selló un acuerdo con Arabia Saudita, restaurando relaciones diplomáticas con el reino de los Al-Saud, un hecho significativo dada la enemistad histórica entre ambos países.