En Venezuela, la crisis de combustible se manifiesta en más que colas para repostar gasolina. Pese a los evidentes riesgos, los ciudadanos han optado por robar crudo procedente de pozos que se encuentran abandonados y, con él, fabrican un carburante que, por ser artesanal, carece de aditivos y es de alta volatilidad.
La sorprendente revelación, conocida gracias a un reportaje de la agencia de noticias Reuters, indica que en La Concepción, una localidad que pertenece al municipio Jesús Enrique Lossada del estado Zulia, los habitantes perforan las tuberías matrices que trasladan el petróleo hasta los campos de almacenamiento y las instalaciones de exportación de la estatal Pdvsa.
Luego de hacer esos agujeros, los “asaltantes” introducen pequeños tubos dentro de los orificios y, con la ayuda de un soplete, elevan la temperatura del crudo, al que hacen fluir fuera de la línea matriz. Posteriormente, transportan el petróleo hasta los patios de sus casas, donde lo someten a un rudimentario proceso de transformación.
De acuerdo con Jorge León, un ingeniero especialista en seguridad industrial, el carburante que se obtiene en las refinerías improvisadas es de alta peligrosidad para las personas y para los automóviles. “No solo pueden dañar los motores, sino que pueden ocasionar explosiones de vehículos”, expresó.