“Hemos alcanzado una victoria que no se esperaba. Debemos mostrar humildad ante Alá”. Con esas palaras, el mulá Abdul Ghani Baradar, jefe de la oficina política de los talibanes en Qatar, declaró el domingo la victoria del movimiento insurgente en Afganistán, tras la conquista de la capital Kabul.
El domingo fue el primer día en Afganistán bajo control del régimen talibán desde la invasión de Estados Unidos en 2001 en respuesta a los atentados del 11 de septiembre. Desde entonces, el grupo insurgente se vio obligado a renovar su cúpula tanto por los diversos cambios internos como por las bajas sufridas durante los enfrentamientos armados contras las fuerzas afganas y extranjeras, con la norteamericana a la cabeza.
FUNDACIÓN
Su fundador y líder original fue el mulá Mohammad Omar, que pasó a la clandestinidad después de que los talibanes fueran derrocados por las fuerzas locales apoyadas por Estados Unidos en 2001.
Tan secreto era el paradero de Omar que su muerte, en 2013, solo fue confirmada dos años después por su hijo, el mulá Yaqoub, quien en la actualidad se desempeña como jefe de la poderosa comisión militar de los talibanes. Así como sucede con el resto de la cúpula talibán, poco se sabe de su persona: se prevé que tiene poco más de 30 años y se desconoce su paradero.
PRÍNCIPALES LÍDERES
Haibatullah Akhundzada, el líder supremo
El mulá fue nombrado jefe de los talibanes en mayo de 2016 en el marco de una rápida transición de poder, días después de la muerte de su predecesor, Mansour Akhtar, abatido en un ataque de un drone norteamericano en Pakistán.
Desde el comienzo, fue elegido principalmente para servir más como una figura espiritual que como un comandante militar.
Durante 15 años, hasta su repentina desaparición en mayo de 2016, Akhundzada enseñó y predicó en una mezquita de Kuchlak, una ciudad ubicada al suroeste de Pakistán, según han contado allegados y alumnos a la agencia Reuters. Se cree que actualmente tiene unos 60 años, y se desconoce su paradero.
Hijo de un teólogo, originario de Kandahar, el corazón del país pastún en el sur de Afganistán y cuna de los talibanes, Akhundzada obtuvo rápidamente una promesa de lealtad de Ayman al-Zawahiri, el líder del grupo terrorista Al Qaeda. El egipcio lo llamó “emir de los creyentes”, denominación que le permitió afianzar su credibilidad en el mundo yihadista.
El mulá Abdul Ghani Baradar, cofundador
Nacido en la provincia de Uruzgan y educado en Kandahar, Baradar es el cofundador de los talibanes junto con el mulá Omar. Baradar es ahora el jefe político de los talibanes y su cara más pública. Su influencia es tal que se cree que podría ser el presidente del Emirato Islámico de Afganistán una vez que los talibanes asuman el control total del país en no mucho tiempo.
Su vida se moldeó con la invasión de la Unión Soviética en 1979, que lo convirtió en muyahidín, un combatiente islámico fundamentalista, y se cree que luchó junto con el mulá Omar.
En 2001, tras la intervención estadounidense y la caída del régimen talibán, se decía que formaba parte de un pequeño grupo de insurgentes dispuestos a un acuerdo en el que reconocían la administración de Kabul. Pero esta iniciativa resultó infructuosa.
En 2010 fue detenido por las fuerzas pakistaníes en Karachi. En ese entonces Baradar era el jefe militar de los talibanes. Dos años después fue liberado, en gran parte por la presión ejercida por Estados Unidos. Escuchado y respetado por las distintas facciones talibanes, fue nombrado jefe de su oficina política, ubicada en Qatar.
Sirajuddin Haqqani, el jefe de la red Haqqani
Hijo de un célebre comandante de la yihad antisoviética, Jalaluddin Haqqani, Sirajuddin es a la vez el número dos de los talibanes y el jefe de la red Haqqani.
Esta red, fundada por su padre, está clasificada como terrorista por Estados Unidos, que siempre la consideró como la facción combatiente más peligrosa ante las tropas estadounidenses y de la OTAN en los últimos dos decenios en Afganistán.
También está acusado de haber asesinado a altos responsables afganos y de haber retenido como rehenes a occidentales para obtener un rescate o mantenerlos como prisioneros, como el caso del militar estadounidense Bowe Bergdahl, liberado en 2014 a cambio de cinco detenidos afganos de la cárcel de Guantánamo.
En una columna de opinión publicada en The New York Times en 2020, Sirajuddin Haqqani se refirió a la guerra en Afganistán y los enfrentamientos con Estados Unidos: “No elegimos nuestra guerra con la coalición extranjera dirigida por Estados Unidos. Nos vimos obligados a defendernos. Seguiremos comprometidos con todas las convenciones internacionales mientras sean compatibles con los principios islámicos. Y esperamos que los demás países respeten la soberanía y la estabilidad de nuestro país y lo consideren como un terreno de cooperación y no de competencia y conflicto”.
Se cree que tiene entre 40 y 50 años, y su paradero también se desconoce.
El mulá Yaqoub, el heredero
Hijo del mulá Omar, Yaqoub es el jefe de la poderosa comisión militar de los talibanes, que decide las orientaciones estratégicas en la guerra contra el Ejecutivo afgano. Su ascendencia y sus vínculos con su padre, a quien adora como jefe de los talibanes, lo convirtieron en una figura unificadora dentro de un amplio y diverso movimiento.
Las especulaciones sobre su papel exacto en la insurgencia son persistentes. Algunos analistas creen que su nombramiento al frente de esta comisión en 2020 fue sólo simbólico.
Se le considera el próximo líder supremo de los talibanes, incluso durante las luchas internas previas a 2016. Medios de comunicación locales han informado que se encontraría en Afganistán.
Yaqoob consideraba que era demasiado joven y que carecía de experiencia en el campo de batalla por lo que sugirió la candidatura de Akhundzada en 2016, según un comandante talibán presente en la reunión en la que se eligió al sucesor de Mansour. Se dice que tiene poco más de 30 años.