La gasolina “barata” se ha vuelto muy cara, largas colas o despachos irregulares hacen que este combustible sea de difícil acceso. La ausencia de cifras oficiales hace difícil estimar cuánto es el subsidio que destina el Estado a los combustibles.
“No conocemos los costos de producción/importación y distribución de cada litro de gasolina. Deberíamos conocer las bases por las que se fija el precio”, indicó el economista Ronald Balza.
De acuerdo al portal Crónica Uno, el precio de la gasolina subsidiada es quizás el menor de los problemas para los usuarios que van a abastecerse en las estaciones de servicio regulares y no en las dolarizadas, pues las colas son más largas, el despacho es incierto y cada vez son menos las que están operativas.
Más de un año después desde que el esquema de venta cambiara, las dificultades para acceder a combustible “subsidiado” se multiplicaron, pero también su precio oficial que solo en octubre de este año ha sido aumentado dos veces.
En junio de 2020 el régimen estableció que el litro de gasolina subsidiada quedaba fijado en Bs. 5000 (Bs. 0,005 actuales) y el litro en las bombas dolarizadas en $0,50. Por 16 meses ambos precios se mantuvieron sin variaciones en una economía hiperinflacionaria y con una tasa de cambio volátil. Sin embargo, el gobierno afirmó que se trataba de un subsidio que se mantendría para el sector transporte, así como para vehículos particulares a través del Sistema Patria.
El subsidio establecía al mes un cupo para autos de 120 litros de gasolina y para motos de 60 litros, quien excediera el límite debía empezar a pagar el litro a $0,50.
El subsidio se volvió un costo muy alto para los usuarios, así que algunos optan por no sacar sus vehículos o echar combustible dolarizado cuando se puede. A esta situación se suman los dos últimos aumentos que las autoridades aplicaron en octubre. El primer incremento se hizo el 1º de octubre, no hubo anuncio oficial, pero los usuarios reportaron el nuevo precio, en ese momento la gasolina pasó de Bs. 0,005 a Bs. 0,01, lo que representó un alza de 100 %.
El segundo aumento de la gasolina ocurrió el 24 de octubre; esta vez sí hubo anuncio oficial. Petróleos de Venezuela (Pdvsa) comunicó que el combustible pasaba a costar Bs. 0,10 por litro, lo que representa un aumento de 900 %, si se compara con el precio que se adoptó de facto el 1º de octubre (Bs. 0,01). Aunque el gobierno dijo que la reconversión monetaria no era excusa para subir los precios, aprovechó la ocasión para elevar la gasolina.
“En virtud de la entrada en vigencia 1º de octubre de la nueva expresión monetaria, es decir, del bolívar digital, se hace necesaria la adecuación y consiguiente actualización del precio en bolívares del combustible subsidiado, el cual a partir del domingo 24 de octubre de 2021 se establece en la cantidad de diez céntimos (Bs. 0,10) por cada litro de combustible, equivalente al mismo 95 % de subsidio directo que se viene otorgando a través del Sistema Patria”, escribió la Comisión Presidencial Alí Rodríguez Araque en un comunicado divulgado el 23 de octubre.
Pero la ausencia de cifras oficiales hace difícil estimar o conocer cuánto es el subsidio que destina el Estado a los combustibles. “En primer lugar no sabemos cuál es el subsidio porque no conocemos los costos de producción/importación y distribución de cada litro de gasolina. Lo primero que deberíamos conocer es la publicación de las bases por las que se fija el precio”, dice el economista Ronald Balza en conversación con Crónica.Uno.
El especialista apunta que el nuevo precio se anuncia más de un año después que el anterior. “No hubo ningún cambio de precio durante este tiempo en bolívares en la que es llamada gasolina subsidiada, ni en dólares, eso en un país en hiperinflación y con inestabilidad cambiaria y que además está importando. No parece ser muy diferente del control de precios que había antes, es un precio que arbitrariamente el gobierno sube y que arbitrariamente mantiene fijo en términos nominales, sea en bolívares o sea en dólares”, agrega.
Por su parte, el economista Manuel Sutherland considera que el subsidio a la gasolina contradice el discurso de las autoridades de “supuesta austeridad”, que debería aplicarse en una situación de fuertes sanciones contra la industria petrolera. “Cuando hay más sanciones y es más difícil comercializar el petróleo y sus derivados, el gobierno continúa con este subsidio nefasto y vergonzante”, dice.
Sutherland director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO) explica que el aumento deriva fundamentalmente de una actualización en el precio, debido al rezago que tuvo por la hiperinflación, que destrozó el valor del bolívar. “El aumento de 1900 % luce grande, pero aún es muy pequeño para el costo real de la gasolina, es decir, con un dólar puedes llenar un tanque de 40 litros, eso es completamente absurdo, es dañino al ecosistema y es una de las razones por las cuales Pdvsa fue absolutamente destruida por una política de subsidios suicida y completamente desorbitada”.
Balza considera por su parte que las autoridades deben publicar toda la información relevante con respecto al combustible. “Además hay que indicar cómo se está pagando y a quién se le está pagando por esa gasolina y tenemos que saber a dónde se dirigen los ingresos que puedan generarse. Antes los ingresos debían ir a Pdvsa y debían permitirle a la empresa pagar impuestos, pero como los precios no variaban lo que había era pérdidas para Pdvsa, ahora en caso de que no hubiera pérdidas tenemos que saber para quién son. Creo que este aumento es demasiado arbitrario para resolver algún problema en el tiempo”, dice.
Los subsidios en ninguna circunstancia deben ser masivos, deben ser focalizados, temporales y tener una razón específica. El subsidio de la gasolina en costo de oportunidad le había costado a Pdvsa ingresos relativos a 185.000 millones de dólares desde 2004 hasta 2019, si se hubiera vendido a medio dólar el litro en ese período”, indica el economista Manuel Sutherland, según cálculos elaborados por CIFO.
De haberse eliminado, Pdvsa habría tenido esos ingresos para invertirlo en el mantenimiento de las refinerías y estaría en condiciones de abastecer la demanda local. Además, el especialista apunta que esto había frenado el contrabando y minimizado la corrupción. Un subsidio de este tipo, asegura Sutherland, solo genera corrupción, contrabando y dolo.
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