El primer ministro Boris Johnson salvó su puesto, pero para algunos su posición es insostenible. El martes buscaba pasar la página de los escándalos abordando los temas que «importan» para reunir a un partido dividido y reconquistar a los británicos.
El jefe del gobierno sobrevivió el lunes a un voto de confianza de su propio partido, activado por los diputados conservadores rebeldes hastiados por escándalos como el «partygate», las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos.
Aunque según las actuales reglas Johnson no puede ser objeto de otro voto de confianza interno durante un año, tiene la delicada tarea de recuperar a sus tropas y a su electorado, indignado por los escándalos y estrangulado por la inflación, que está en su mayor nivel en 40 años.
El martes por la mañana, al comienzo de una reunión del consejo de ministros, Johnson aseguró que su gobierno puede por fin dejar de lado las polémicas y «seguir hablando de lo que la gente de este país quiere».
Su objetivo ahora, afirmó, es «hacer avanzar al país» apoyándose en medidas que beneficien a los británicos en plena crisis de poder adquisitivo.
Aunque el lunes por la noche Johnson celebró el «convincente» resultado de la votación secreta, más del 40% de sus diputados (148 de 359) dijeron que no confían en él, lo que refleja la magnitud del malestar y el golpe asestado a su autoridad entre sus filas.
En comparación, la ex primera ministra Theresa May sobrevivió a una moción de censura en 2018 por un margen más amplio, antes de verse obligada a dimitir unos meses después.
De haber sido Johnson derrotado, el partido habría convocado una elección interna para designar a un nuevo líder, que se convertiría automáticamente en jefe de gobierno. Pero aunque corren rumores sobre los posibles candidatos a sustituirle, ninguno de ellos destaca realmente, lo que beneficia a Johnson.
– «Humillación» –
Johnson, que llegó triunfante al poder en 2019, debe ahora reconquistar el terreno perdido en un desplome de popularidad, subrayaban el martes los diarios.
Un «Johnson herido está en peligro», titulaba The i Paper mientras el periódico de izquierdas The Guardian calificaba el resultado del voto de «humillación» para el primer ministro.
En el lado conservador, The Telegraph afirmaba que esta «victoria insignificante divide a los tories».
Impaciente por restaurar su autoridad, el líder de 57 años podría remodelar su gobierno para recompensar a sus aliados más cercanos y expulsar a sus partidarios más tibios, según la prensa.
Entre los leales, el ministro de Justicia, Dominic Raab, instó a los rebeldes a «respetar el voto» y pidió «avanzar», haciéndose eco del mensaje lanzado la víspera por el primer ministro.
Johnson tiene «energías renovadas» después de haber ganado «claramente» la votación, dijo al canal Sky News.
Pero incluso si sobrevive, el daño es «considerable», advirtió el exlíder conservador William Hague al Times. «Se han pronunciado palabras que no se pueden retractar, se han publicado informes que no se pueden borrar y se han emitido votos que muestran un nivel de rechazo mayor que nunca hacia un líder conservador», afirmó.
A pesar del alivio que ha supuesto convencer a la mayoría de sus diputados, Johnson no ha terminado con las repercusiones del «partygate».
Tras las pesquisas de la policía y del informe interno de la alta funcionaria Sue Gray, está prevista otra investigación, esta vez parlamentaria. Si esta concluye, a priori en otoño, que Johnson mintió a sabiendas a la Cámara de los Comunes al afirmar que no había infringido las normas, el código de conducta dicta que debería dimitir.
Dos elecciones parciales previstas el 23 de junio también serán una prueba para el líder conservador, que el lunes descartó convocar comicios generales anticipados.
Los sucesivos sondeos son catastróficos para la mayoría conservadora, cada vez menos convencida de que su líder, que triunfó en las urnas en 2019, es el más indicado para llevarles a una nueva victoria en las legislativas de 2024.
AFP