Dieciséis empleados etíopes de la ONU están detenidos en este país africano por las autoridades, en un momento en que la comunidad internacional intenta poner fin al conflicto que enfrenta al gobierno con los rebeldes de la región del Tigré, al norte, informaron portavoces de Naciones Unidas.
Según Stéphane Dujarric, portavoz de la ONU en Nueva York, 16 trabajadores siguen detenidos y seis fueron liberados y no se ha recibido hasta el momento ninguna explicación sobre las razones de su arresto.
«Por supuesto estamos trabajando activamente con el gobierno de Etiopía para asegurar su liberación inmediata», dijo Dujarric a periodistas.
Los empleados de la ONU fueron detenidos en redadas dirigidas contra la etnia tigré, tras la declaración del estado de emergencia la semana pasada por el gobierno del primer ministro Abuy Ahmed, ante el riesgo de que los combatientes del Frente de Liberación del Pueblo Tigré (TPLF) y los grupos rebeldes del Ejército de Liberación Oromo (OLA) lleguen a la capital, Adis Abeba.
Grupos de derechos humanos, entre ellos Amnistía Internacional, han denunciado estas medidas de emergencia, que permiten registrar y detener sin orden judicial a cualquier persona sospechosa de apoyar a «grupos terroristas», como argumenta el gobierno.
Diversos abogados afirman que las detenciones arbitrarias de personas de etnia tigré se han disparado en la última semana.
«Las informaciones parecen sugerir arrestos por motivos étnicos y, si eso se confirma, lo condenaremos firmemente», declaró desde Washington el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price. «El acoso y la detención por parte de las fuerzas de seguridad sobre la base de la etnia es completamente inaceptable», añadió.
Este no es el primer incidente entre el gobierno de Abiy y la ONU. A finales de septiembre, el ministerio etíope de Relaciones Exteriores expulsó a siete importantes funcionarios de la ONU por presunta «injerencia».
– Aumentan esfuerzos diplomáticos –
Desde noviembre de 2020 el conflicto entre el ejército y los rebeldes del Tigré ha dejado miles de muertos y ha provocado el desplazamiento forzado de dos millones de personas.
Los esfuerzos diplomáticos para poner fin a esta guerra aumentan, al igual que las noticias sobre las atrocidades y el hambre que castigan a la población. Este martes, el subsecretario general de la ONU para Asuntos humanitarios, Martin Griffiths, pidió que se dé una oportunidad a la paz tras haber visitado durante el fin de semana Mekele, la capital del Tigré.
«Suplico a todas las partes que escuchen al secretario general de la ONU y pongan fin inmediatamente a los enfrentamientos sin condiciones», dijo.
Abiy Ahmed, Nobel de la Paz en 2019, envió tropas al Tigré en noviembre del año pasado para derrocar al TPLF, acusándolo de atacar bases militares.
El jefe de gobierno proclamó la victoria semanas después, pero el TPLF y sus aliados se han atribuido varias victorias últimamente, incluyendo la toma de ciudades a unos 400 kilómetros de la capital, y no han descartado marchar hacia Adís Abeba.
El TPLF dominó las estructuras políticas y de seguridad de Etiopía durante 27 años, después de tomar Adís Abeba y derrocar al régimen militar-marxista del Derg en 1991. Gobernó hasta 2018, cuando Abiy Ahmed asumió el poder.
El gobierno afirma que los rebeldes exageran sus avances, pero declararon el estado de emergencia y las autoridades de la capital pidieron a los habitantes que se organizaran para defender la ciudad.
En las zonas donde hay combates las comunicaciones fallan y el acceso de periodistas es muy restringido, lo que impide saber realmente qué está pasando y verificar informaciones de manera independiente.
Varios países, como Estados Unidos o Reino Unido, pidieron en estos días a sus conciudadanos que salgan de Etiopía, y la ONU también suspendió sus misiones no esenciales.
El papa Francisco pidió el domingo un gran esfuerzo diplomático para terminar con el conflicto.