«El que le pega a su familia, se arruina”, dice el embajador del gobierno interino de Juan Guaidó en Canadá, Orlando Viera Blanco. Aunque es cauteloso al hablar y no personaliza, la referencia es clara: cree que desde el propio interinato se han hecho declaraciones que dejan mal parada a la delegación. Las palabras de Viera Blanco, sin embargo, son un llamado a calmar las aguas después de semanas de agitación de la diplomacia del interinato.
La primera sacudida, paradójicamente, la dio el canciller del gobierno interino, Julio Borges. En un comunicado público, Primero Justicia, el partido de Borges, acusó directamente a Guaidó y a Voluntad Popular de “falta de voluntad política” para escuchar ideas y alternativas con el fin de proteger empresas y bienes del Estado. Días después, y en calidad de dirigente de PJ, Borges llamó a “despartidizar” el manejo de activos de su país en el extranjero y puso en duda la continuidad del interinato.
Las declaraciones causaron roces con el cuerpo diplomático del gobierno interino. Como lo confirmó Viera Blanco para El Diario, los embajadores pidieron a Borges separar su rol de PJ del de la Cancillería. A su juicio, ponen al interinato “en una situación de descalificación inoportuna”.
Como una respuesta a ello entiende los dardos del exvicepresidente de Colombia y exembajador de ese país en Estados Unidos, Francisco Santos, quien señaló a Borges de “hacer todo lo posible” por tumbar a Guaidó y por “destruir Monómeros”. Sobre el emplazamiento que le hizo Santos al canciller a renunciar al cargo, Viera Blanco solo dice que dependerá del propio Borges en la medida que cumpla con sus funciones.
Y si algo no pone en dudas Viera Blanco, a diferencia de Borges, es que el interinato debe continuar en 2022. Aun así, asegura que dependerá de los partidos políticos.
Nota extraída de El Diario