El medio madrileño afirma que el mandatario, principal aliado de Vladimir Putin en la región, empieza a cobrar los primeros frutos de la campaña de blanqueamiento promovida desde Caracas a través de sus socios y del Grupo de Puebla.
Al parecer, a Nicolás Maduro todo le sale bien en estos días, y lo que no es así lo disfraza a través de su poderosa maquinaria de propaganda revolucionaria. En pocos días, le han ratificado como presidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), lo que conlleva su candidatura presidencial para 2024, y ha impuesto un Tribunal Supremo de Justicia a su medida para asegurar la prórroga de su impunidad.
El diario español El Mundo afirma que el «presidente pueblo» está atornillado como nunca en su trono del Palacio de Miraflores, tanto que se ha impuesto una fecha en el horizonte para seguir al mando: 2030. Al menos, de momento.
Para celebrar la coyuntura, el líder chavista ha puesto en marcha una nueva campaña «de circo, pero sin pan suficiente», como la define el politólogo Luis Salamanca, ex rector del Consejo Nacional Electoral (CNE). Maduro anunció su medida estrella en la concentración del Primero de mayo, aunque se han necesitado varios días para desmenuzarla. Se trata de un bono de 10 mil bolívares (2 mil 120 euros) «para reparar y compensar en algo a los jubilados», avanzó el jefe chavista, que tradicionalmente aprovechaba este día para ratificar una subida del salario mínimo, que esta vez no llegó.
Los jubilados y pensionados figuran entre las grandes víctimas del fracaso económico bolivariano, ya que han resistido la gran crisis durante años con pagos que iban desde 1 euro hasta 20, como mucho. El primer cuestionamiento es que los beneficiados serán sólo los jubilados desde 1 de enero de 2018 hasta la actualidad, precisamente los más activos en las protestas que se suceden en este colectivo. Un grupo muy pequeño: unos 120 mil de los cinco millones que el propio Gobierno calcula.
Pero quizás lo más resaltante que aporta el medio madrileño es que el mandatario, principal aliado de Vladimir Putin en la región, empieza a cobrar los primeros frutos de la campaña de blanqueamiento promovida desde Caracas a través de sus socios y del Grupo de Puebla.
El apoyo directo del presidente argentino Alberto Fernández, dispuesto a mirar a otro lado ante las violaciones de derechos humanos en Venezuela, anticipa lo que vendrá a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
El «conductor de victorias» aprovechó la mano tendida desde Buenos Aires para condonar 370 millones en deuda a Antigua y Barbuda, San Vicente y las Granadinas, Dominica y San Cristóbal y Nieves, clásicos aliados caribeños en instancias internacionales gracias a PetroCaribe. Todo ello ante el estupor de la oposición y cuando los grandes servicios públicos del país están desmantelados.
La noticia rememora la época en la que Hugo Chávez levantó un entramado de alianzas gracias al despilfarro de miles de millones a través de la petrodiplomacia, con el precio del barril en torno a los 200 dólares. Algo que parecía olvidado en el país.
“El truco de los regalos”
“Maduro quiere aprovechar el contexto de altos precios petroleros para seguir recuperando su legitimidad internacional en la región, complicando muchísimo la posición del gobierno estadounidense. Hay varios países que están interesados en poder recibir petróleo venezolano y están presionando a Washington para que permita la restitución de esas relaciones comerciales con Maduro y Pdvsa a pesar de las sanciones», develó el internacionalista Mariano de Alba.
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