De acuerdo a un artículo de El País, el presidente de la Asamblea Nacional chavista, Jorge Rodríguez, y el asesor del gobierno de Estados Unidos (EEUU), Juan González, se reunieron hace tres semanas en Doha, la capital de Qatar, sin la presencia de mediadores ni terceros.
Mientras la situación política y social en Venezuela permanece estancada, el país árabe ha ganado un protagonismo inesperado en la mediación entre la Casa Blanca y Miraflores. Además de acoger este encuentro, hizo gestiones para interceder entre los dos países, que apenas se han acercado en los últimos meses.
Pese a la urgencia de organizar en Venezuela unas elecciones con garantías en 2024, la frialdad es absoluta. La monarquía encabezada por la familia Al Thani ha ocupado el espacio que ha dejado Colombia, que ha pasado de implicarse al máximo durante los primeros meses de gobierno de Gustavo Petro a apartar el tema de sus prioridades en política exterior.
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Rodríguez y González, asesor para el hemisferio occidental en el Consejo de Seguridad Nacional de EEUU, se reunieron para establecer un canal directo de comunicación, de acuerdo con estas mismas fuentes.
En el encuentro hablaron de liberación de presos y de la necesidad de normalizar la vida política en Venezuela, algo que a día de hoy parece muy lejano. Este tipo de encuentros al más alto nivel son habituales en procesos tan enquistados y complejos como el de Venezuela y su relación con Estados Unidos, pero se mantienen en secreto para que nadie pueda interferir en el diálogo. Ni Rodríguez ni González, consultados por este periódico, han querido hacer comentarios al respecto.
Las posturas entre Estados Unidos y Venezuela están muy alejadas. Maduro no ha puesto una fecha para celebrar las elecciones generales en las que, en teoría, debería haber un candidato opositor que pudiera disputarle la presidencia. La renuncia del Consejo Nacional Electoral (CNE) ha dificultado la celebración de las primarias de la oposición. Además, Caracas exige la liberación de Alex Saab, el empresario colombiano aliado de Maduro juzgado en Estados Unidos por lavado de dinero y corrupción y a quien el chavismo considera un diplomático venezolano.
La Casa Blanca ha interpretado estos gestos como un desafío del chavismo y una muestra clara de que no cede pese a la presión internacional, que le exige una democratización del país.
El argumento de Maduro para mantener una posición férrea es que EE UU no ha levantado las sanciones internacionales que pesan sobre su Gobierno. El chavismo achaca a estos castigos la profunda crisis económica que vive el país desde hace siete años. “Si quieren elecciones libres, queremos elecciones libres de sanciones”, dijo el presidente en noviembre. La afirmación no deja lugar a segundas interpretaciones. El chavismo también ha culpado a Biden de no liberar los fondos venezolanos congelados en el extranjero —entre 3.000 y 5.000 millones de dólares—, como habían acordado con la oposición en la mesa de diálogo de México a finales del año pasado. Ese dinero, manejado por un fideicomiso de la ONU, suponía un balón de oxígeno en la grave crisis venezolana.
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