José Luis Zabala es un entusiasta de la moda de Ermenegildo Zegna y los bolsos de Louis Vuitton. En 2009, este corredor de seguros venezolano se gastó 219.468 euros en estas firmas. Otra de sus pasiones son los relojes, en especial los suizos de lujo. Por ejemplo, pagó 149.900 euros para hacerse en 2010 con un exclusivo ejemplar de oro de una edición limitada de Jaeger-LeCoultre.
Las tarjetas de crédito de Zabala parecían no tener límite y alimentarse de un pozo sin fondo, sus millonarias cuentas ocultas en Andorra. El análisis de las facturas y de sus movimientos bancarios, a los que ha tenido acceso EL PAÍS, revelan la pasión por la buena vida de este empresario venezolano procesado desde 2018 en el principado pirenaico por participar en el saqueo de una de las principales compañías energéticas públicas de Latinoamérica, Petróleos de Venezuela S. A. (PDVSA).
Los cargos de las tarjetas y las transferencias confirman que entre 2008 y 2012 —cuando se fraguó el latrocinio de la petrolera—, Zabala abonó más de cuatro millones de euros en joyas, hoteles y obras de arte. También adquirió una villa en una exclusiva urbanización de la República Dominicana.
El empresario, que no trabajó en PDVSA, está encausado en Andorra por su vinculación con uno de los miembros de la trama que expolió la compañía pública, el magnate venezolano de los seguros Omar Farías.
Zabala, de 48 años, destinó 646.000 euros solo en 2010 a acumular joyas y relojes. Junto al Jaeger-LeCoultre de casi 150.000 euros, adquirió ese mismo año un IWC de oro rosa por 155.000 euros. De esta firma helvética compró otros cinco ejemplares, entre los que también destacan uno de platino del modelo de aviador Big Pilot (34.445 euros) y otro de oro blanco (18.190 euros). Un Parmigiani Kalpa de mujer, de oro con brillantes y montado manualmente, con un coste de 18.190 euros entró también a formar parte de la colección de Zabala, en la que también hay varias piezas de Patek Philippe. El procesado se gastó 126.760 euros en tiendas de este último fabricante ginebrino de relojes de lujo.
El capítulo de joyería se completa con abonos de 20.800 euros por unos pendientes de oro de 18 quilates con brillantes; 13.000 euros por un anillo de oro rosado con piedras preciosas y brillantes, y 800 euros por tres bolígrafos Cartier. Además, Zabala desembolsó 27.380 euros en la joyería Wempe de Madrid.
El arte fue otra de las refinadas aficiones de Zabala durante los años del expolio de PDVSA. Se gastó en este capítulo 855.000 euros. El corredor de seguros abonó en 2010 un total de 370.000 euros por la obra Psysichromie número 507 del artista franco-venezolano Carlos Cruz-Díez, una pieza, procedente de la galería Denise René de París, que perteneció al intelectual venezolano Alfredo Boulton, según un documento del vendedor, la galería de Caracas Graphic Art.
Zabala pagó también 485.000 euros en 2010 por Amantes, una escultura modelada en 1985 en bronce por el colombiano Fernando Botero. La pieza incluía un certificado de autenticidad firmado por el propio autor. “Obra de mi mano”, reza la garantía.
Los documentos muestran que el corredor de seguros dio en enero de 2011 una señal de 602.000 euros para hacerse con una lujosa villa de 915 metros cuadrados valorada en 1,7 millones de euros en la exclusiva urbanización de Cap Cana, en Higüey, un municipio turístico de la República Dominicana. Y que Zabala se gastó 33.645 euros en 2014 en distintas reparaciones para mejorar el jardín de esta propiedad denominada Villa Marina Cap Cana.
Los registros de sus tarjetas marcaron sus huellas por el mundo. En Miami Beach, pasó por el exclusivo centro comercial de Bal Harbour. En Roma, visitó los hoteles Eden (10.000 euros) y St. Regis (4.401). En Madrid, el Villa Magna (5.855) y el Ritz (1.968). E, incluso, pasó en marzo de 2011 por el emblemático Bellagio (437 euros) de Las Vegas. Así lo revelan unos movimientos bancarios que registran también pagos de 88.358 euros en El Corte Inglés, de 12.901 euros en las Galerías Lafayette y de 11.200 euros en el spa Le Meurice de París. Su seguro de vida para el periodo 2011-2012 con la compañía New York Life Insurance Company ascendió a 96.000 euros.
Zabala ordenó la mayoría de estos pagos desde la Banca Privada d’Andorra (BPA), donde controló desde 2007 dos cuentas. Una a su nombre, que compartió con Ailyn Saireth Meneses Rosillo, y otra bajo la denominación de la sociedad panameña Greentrail International Inc.
Los investigadores que indagan el saqueo de 2.000 millones de la energética venezolana enmarcan esta transferencia en una mecánica propia de blanqueo de capitales y la conectan con el expolio de la compañía pública. Cuestionan el justificante que Zabala esgrimió ante el banco para acreditar el millonario pago, unos supuestos servicios de asesoramiento. “Resulta sospechoso que este tipo de servicios se paguen en una sola cuota”, recoge un informe confidencial de la Unidad de Inteligencia Financiera de Andorra (Uifand) del pasado febrero.
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