La hija del expresidente ha crecido en las encuestas del último mes y medio, pero el exprofesor y dirigente sindical sigue en cabeza aunque por un exiguo margen.
Entre uno y dos puntos porcentuales. Así de pequeña es la brecha que separa a Keiko Fujimori de Pedro Castillo. Este último lleva toda la campaña dominando la carrera hasta el Palacio de Gobierno, pero en el último mes la candidata de Fuerza Popular ha conseguido arrastrar a buena parte de la indecisión.
Castillo contaba desde la casilla de salida con casi la mitad de los votos efectivos; pero Fujimori, la carga de su apellido y de su propio pasado, partían con menos de un tercio. Para superarla, se ha apoyado en la polarización.
Pedro Castillo ha labrado una carrera política fuera de los canales habituales de la élite política limeña. Desde el sindicalismo educativo y alejado de la capital, Castillo trajo inesperadamente a una segunda vuelta posturas a la izquierda en el aspecto económico, envueltas en conservadurismo moral y retórica de pueblo despojado contra, precisamente, esa élite limeña en la que también se enmarca su rival.
Para contrarrestarlo, la candidata ha invertido todo su discurso en la lógica de orden (ella) versus caos, tratando de identificar a Castillo con las derivas autoritarias y anti-mercado de países vecinos, particularmente Venezuela. Con ello, Fujimori ha confiado en que el miedo o el rechazo ideológico fueran lo suficientemente altos como para atraerse a votantes que, más que elegirla a ella, estarían escogiendo cualquier cosa antes que Pedro Castillo. Según los datos, la polarización estaría funcionando justamente en este sentido.
Además de las encuestas clásicas de intención de voto, en las que se permite a las personas mostrar indecisión o elegir voto en blanco, las principales casas demoscópicas peruanas realizan en la recta final lo que llaman simulacros de votación: estudios que cuentan con las mismas garantías de representatividad que las encuestas, pero en los que además se restringe la elección a dos candidatos con una papeleta simulada.
De aquí se extrae una estimación de votos válidos emitidos para cada candidato, reduciendo al máximo las dudas individuales. El promedio de los últimos cuatro ejercicios de simulacro publicados pone la incertidumbre agregada al máximo: 50,4% para Castillo, apenas 0,7 puntos menos para Fujimori (49,7%).