Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, viajó este jueves a Rusia, con la finalidad de sondear el futuro de las relaciones entre Bruselas y Moscú.
Los vínculos entre el Kremlin y el grupo comunitario se encuentran en un punto de máxima tensión, luego de la condena, a más de tres años de cárcel, al opositor ruso, Alexéi Navalni.
Aunque el abogado, de 44 años de edad, permaneció en suelo europeo por más de cuatro meses, mientras se recuperaba de un intento de asesinato por envenenamiento, la justicia de su país consideró que violó los términos de la libertad condicional que se le otorgó en 2014.
El beneficio procesal obligaba al dirigente a presentarse cada quince días ante funcionarios del Servicio Penitenciario de Rusia.
Desde la UE han condenado el encarcelamiento. Consciente de ello, el Gobierno que encabeza Vladimir Putin ha dejado claro que no tolerará injerencias en lo que considera es un asunto interno.
El Kremlin está dispuesto “a todo” para mejorar las relaciones, pero no a “escuchar consejos”, sentenció Dmitry Peskov, portavoz de la Presidencia de Rusia.
Varios gobiernos del viejo continente han reaccionado al periplo realizado por Borrell, pues temen que su visita a Moscú sea aprovechada por el Ejecutivo de Putin para presentar una falsa de prueba de normalidad en las relaciones entre la capital rusa y Bruselas.