Un poco más de 24 horas han transcurrido desde que comenzó la tragedia más grande ocurrida en Valencia en los últimos años.
Un edificio en ruinas, escombros, un olor penetrante a plástico quemado, el humo que aún continúa saliendo por las ventanas y un completo silencio que inquieta a todo el barrio, es lo que ven, huelen y sienten los vecinos y visitantes que se han acercado a ver el mayor desastre en cuanto a incendios se refiere en Valencia.
No, no es la falla de Campanar lo que ha atraído en esta ocasión a turistas, periodistas nacionales e internacionales para ver con sus propios ojos lo que ayer resonaba en la ciudad. Las llamas que parecían tocar el cielo solo necesitaron 60 minutos para dejar sin hogar, sin recuerdos y sin aliento a 138 familias que lo han perdido todo, ya no queda nada del hogar en el que despertaron la mañana del 22 de febrero.
Era una tarde soleada y un cielo azul que deslumbraba esa tarde en Valencia, las sirenas de los cuerpos de seguridad se hacían sentir cada vez más intensamente, una tras otra, el fuego no dio tregua y en menos de una hora ya se había esparcido por las dos torres que conformaban el residencial, a las 6:30 de la tarde el humo negro recorría la Av. General Avilés con aquel viento de poniente que rozaba la península esa tarde.
Desconcertante, es lo que define el rostro de los que merodean el lugar, no hay explicación alguna para ver arder 14 plantas en tan poco tiempo. Un cuerpo de bomberos A1, comprometidos en el rescate de los sobrevivientes, preservar la vida en medio de las llamas era lo primordial, lo material se volvió efímero.
Después de una intensa búsqueda, la Delegada de Gobierno de la Comunidad Valenciana, Pilar Bernabé, confirmó lo que nadie quería escuchar: diez víctimas mortales calcinadas dentro de sus casas, entre ellos, una familia: papá, mamá y sus 2 hijos, de 2 años y el otro con tan solo 15 días de nacido; de momento continúan con la búsqueda de los demás desaparecidos.
A tan solo 8 días de empezar las fiestas más importantes de Valencia, no solo la ciudad, sino el corazón de sus habitantes se ha teñido de luto por cada víctima que ha dejado esta lamentable tragedia.
Por Erika Diaz Oliveros