Francia asume el sábado la presidencia transitoria de la Unión Europea con numerosos problemas en curso, desde la propagación de ómicron a las tensiones con Rusia por Ucrania, pero que pueden impulsar a Emmanuel Macron para las cercanas elecciones presidenciales.
«Esta presidencia le ofrece una plataforma para poner de relieve su balance europeo, distinguirse de algunos competidores y presentar nuevas reivindicaciones, nuevas ideas», resume Claire Demesmay, investigadora del centro franco-alemán Marc-Bloch en Berlín.
Desde el 1 de enero, Francia relevará a Eslovenia y presidirá durante seis meses el Consejo de la Unión Europea, que representa los intereses de los 27 Estados miembros frente a la Comisión y el Parlamento europeos.
París cuenta con usar esta influencia para impulsar algunas cuestiones y obtener compromisos de sus socios, aunque el ceñido rol de mediador imparcial le impide ser a la vez juez y parte.
Los ministros franceses presidirán las reuniones de sus homólogos europeos en sus respectivas áreas (agricultura, sanidad, interior…).
La 13ª presidencia protémpore de Francia desde 1958 –la primera desde 2008– coincide con la carrera hacia las elecciones presidenciales del 10 y el 24 de abril y las legislativas de junio.
«Francia tendrá (de facto) un periodo muy corto para la presidencia y una agenda muy ambiciosa. Tres meses, es muy, muy corto», indica Claire Demesmay.
– «Liderazgo europeo» –
Emmanuel Macron, elegido en 2017 con un programa muy proeuropeo, se ha fijado como objetivo de esta presidencia protémpore hacer «una Europa poderosa en el mundo».
«No puede llegar a la primera vuelta, el 10 de abril, sin haber obtenido algunos resultados de su presidencia europea. Es la dificultad para él, pero puede ser también una verdadera oportunidad», considera Sébastien Maillard, director del Instituto Jacques Delors de París.
La futura presidencia francesa avanzó tres prioridades en las que espera obtener resultados: salarios mínimos en toda la Unión Europea, regulación de los gigantes digitales y una tasa de carbono en las fronteras.
La cumbre de jefes de Estado y gobierno informal del 10 y 11 de marzo en Francia, que debe abordar una cuestión importante en París como la reforma del pacto de estabilidad y crecimiento, puede suponer «un golpe maestro político», dice Maillard.
«Ofrecer una demostración de fuerza de su liderazgo europeo, rodeado de sus homólogos a un mes de la primera vuelta, puede reforzar su estatura», apunta.
Las crisis son a la vez importantes plataformas. En 2008, Nicolas Sarkozy se erigió en líder europeo durante la crisis financiera derivada de la quiebra del banco Lehman Brothers y la ofensiva militar rusa en Georgia.
Macron puede hacer que la voz de Europa sea escuchada en las negociaciones venideras entre Rusia y Estados Unidos sobre el futuro de Ucrania y la seguridad en Europa.
«La historia le ofrece una oportunidad (de hacer) emerger una visión europea» en estos desafíos, decía Michel Duclos, antiguo embajador, en una columna en el diario francés L’Opinion.
– «Hechos consumados» –
Pero la apuesta proeuropea es arriesgada también en uno de los países más euroescépticos, donde la UE se percibe como distante y burocrática.
Solo un 29% de franceses desean más integración comunitaria, contra un 50% de los italianos y un 43% de los alemanes, según un estudio de EuropaNova para el Journal du Dimanche (JDD).
«La presidencia de la UE puede contribuir a corregir esta percepción proponiendo una encarnación de Europa, en beneficio y en la persona de Emmanuel Macron», opina Pierre Sellal, exrepresentante de Francia ante la UE.
«Además, a los franceses no hay nada que les guste más que la sensación de una Francia al mando, que inspira, conduce y dirige», añade.
Pero la nueva ola de covid-19 que sacude Europa puede aguar la «fiesta» para las 400 reuniones y eventos programados en toda Francia.
Macron deberá también mostrar destreza en sus encuentros con socios que se mostrarán «severos» si perciben «intentos de instrumentalización de la presidencia con fines electorales», advierte Sellal.
En Alemania, que asumirá al mismo tiempo la presidencia del G7, el nuevo canciller Olaf Scholz puede sentirse rápidamente presionado por las aspiraciones del dirigente francés.
Ya en 2017, al poco de su elección, Macron «puso en aprietos a su vecino alemán, dos días después de las elecciones legislativas en Alemania, con su discurso de la Sorbona y proposiciones muy ambiciosas sobre Europa», analizaba el diario germano Süddeutche Zeitung.
«Y hoy, Macron coloca a todo el nuevo gobierno alemán ante los hechos consumados», añadía.
AFP