Socorristas intentaban este martes encontrar sobrevivientes entre decenas de desaparecidos en una región costera del sureste de Brasil, donde lluvias «récord» provocaron deslaves que dejaron al menos 44 muertos el fin de semana.
«Los trabajos de búsqueda y salvamento siguen de manera ininterrumpida» desde el lunes, luego de que ríos de lodo, piedras y árboles arrasaron con precarias casas construidas en laderas, señaló la gobernación del estado de Sao Paulo en una nota.
Más de 680 milímetros de lluvias cayeron en 24 horas en Sao Sebastiao, un destino playero ubicado a unos 200 km de la ciudad de Sao Paulo. Es el mayor acumulado en la historia de Brasil, según el gobierno del estado.
El clima adverso dificultaba las tareas de búsqueda al caer la tarde del martes, con nuevas lluvias castigando la región que presentaba un suelo «muy húmedo y resbaladizo», dijo a la AFP Tarcísio de Freitas, gobernador de Sao Paulo, quien llegó en helicóptero al área afectada.
Cerca de mil rescatistas, dotados con 50 coches, 14 helicópteros y 53 equipos de ingeniería trabajaban en la región afectada.
A media mañana del martes, la gobernación elevó el balance de muertos de 40 a 44.
«No sabemos hasta qué número de muertos llegaremos. Puede ser que encontremos cuerpos donde no imaginamos», dijo de Freitas.
Oficialmente 38 personas aún permanecían desaparecidas, cifra que probablemente empujará el número total de víctimas fatales a más de 70, según el gobernador.
Las autoridades informaron que 1.730 personas han sido desalojadas, mientras que otras 766 quedaron sin hogar en todo el estado.
En un hospital de la región fueron atendidas 25 personas, incluyendo seis niños; siete permanecían en estado grave.
Mientras, las autoridades municipales anunciaron la instalación de una tienda en el centro histórico de Sao Sebastiao para realizar un velorio colectivo de las víctimas.
– Turistas evacuados –
Vecinos, algunos descalzos y otros con botas, expulsaban lodo de los umbrales de sus casas con palas y azadas, cerca de maquinaria pesada que pasaba recogiendo escombros, constató la AFP.
Pobladores en Vila Sahy, en la cercana playa de Barra do Sahy, a 40 kilómetros de Sao Sebastiao, colaboraban con rescatistas. Cortaban árboles, removían piedras y quitaban lodo con palas para intentar rescatar cuerpos, guiados por perros de la guardia civil. «Es un escenario de guerra. Faltan muchas personas, estamos buscando a 13 personas», dijo el gerente de ventas Daniel de Oliveira, de 21 años.
Oliveira estaba paleando barro, al lado de un auto con lodo hasta las ventanillas y una moto casi completamente enterrada.
Las precipitaciones deben continuar en la región durante la semana, de acuerdo con el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet).
El presidente Luiz Inácio Lula da Silva sobrevoló el lunes la zona vacacional convertida en área de desastre, y advirtió sobre el peligro del urbanismo improvisado. En Brasil, 9,5 millones de personas viven en áreas de riesgo por deslizamiento o inundación, según cifras oficiales.
El asueto de carnaval había convocado a miles de turistas a visitar las localidades playeras.
Ahora, mientras las primeras donaciones empiezan a llegar a las zonas afectadas, las autoridades exhortan a los visitantes a abandonar el litoral paulista.
Pero con algunas rutas aún bloqueadas por los deslaves, varias personas fueron evacuados en barco, mientras continuaba un tráfico intenso de helicópteros que iban y volvían de las zonas más afectadas.
«No había cómo salir para ningún lado», dijo a la AFP Gabriel Bonavides, que pasaba los días de asueto en una casa alquilada con amigos. «Dejamos el carro ahí y tuvimos que volver en barco», añadió el estudiante de derecho, de 19 años.
Cargando con sus pocas pertenencias, los evacuados desembarcaban en otra parte de la costa, mientras a poca distancia muchos bañistas disfrutaban de un día de playa.
Otros pagaban hasta 30.000 reales (unos 6.000 dólares) por un vuelo en helicóptero para dejar el lugar, según medios locales.
Brasil sufre fenómenos extremos frecuentes, y los científicos no descartan un vínculo con los efectos del cambio climático.
En 2022, otro fuerte temporal dejó 241 muertos en la ciudad de Petrópolis, en Rio de Janeiro.
AFP