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Ola de protestas en Irán coloca al poder frente a uno de sus mayores desafíos

La muerte de Mahsa Amini hace un mes generó una ola de protestas en Irán, en uno de los mayores retos al que se enfrentan las autoridades desde la Revolución Islámica de 1979, pero cuyo desenlace es incierto, según expertos.

La chispa que encendió las movilizaciones fue la muerte mientras estaba detenida de Amini, tras haber sido arrestada por la policía de la moral por haber infringido el estricto código de vestimenta para las mujeres.

Desde entonces numerosas mujeres se manifiestan con consignas contra el gobierno quemando sus velos, un movimiento que se extendió al Kurdistán iraní, la región natal de Amini, y que también alcanzó escuelas, universidades e incluso refinerías de petróleo.

La prisión de Evin en Teherán, donde están los prisioneros políticos y los extranjeros, también registró enfrentamientos el sábado por la noche.

Pese a la represión, este movimiento que cuestiona el control que ejerce la policía de la moral sobre las mujeres, no parece extinguirse.

Pero para «lograr cambios positivos», es necesaria una mayor estructura, afirma Cornelius Adebahr, analista del centro Carnegie Europe, para quien son necesarias bastantes «más protestas y sanciones» para derrocar al régimen.

 

– Un «cambio real» –

 

Irán –que vive bajo duras sanciones de Estados Unidos– sufre una grave crisis económica y ya registró movimientos de protestas en los últimos años, como en 2009 tras la cuestionada reelección de Mahmud Ahmadineyad o en 2019 cuando la gente salió a las calles para protestar por una brutal alza del precio de la energía.

Pero, ninguno de estos movimientos había amenazado hasta tal punto las bases de la República Islámica, destacó Shadi Sadr, directora de Justice for Iran, una oenegé con sede en Reino Unido.

«El levantamiento comenzó como una respuesta a las restricciones impuestas a las mujeres (…) pero, evolucionó en una campaña para derrocar el régimen», señaló por su parte en un estudio el Soufan Center, con sede en Estados Unidos.

Nunca antes se habían registrado consignas como «muerte al dictador» o imágenes rotas del guía supremo, el ayatolá Ali Jamenei.

Los videos muestran a los manifestantes que resisten a las fuerzas de seguridad incendiando coches de policía e incluso instalando barricadas.

Este levantamiento dejó en un segundo plano las luchas políticas tradicionales en el país, entre reformistas y conservadores, y captó la atención internacional, que desde hace varios meses estaba centrada en las negociaciones sobre el programa nuclear de Irán.

«Los manifestantes modificaron el discurso dominante haciendo un llamado a un cambio real. Ellos dicen ‘no’ al conjunto del régimen político», estimó Shadi Sadr.

 

– Precedentes poco «alentadores» –

 

La represión de las protestas ha dejado un número elevado de víctimas y desde el 16 de septiembre al menos 108 personas han muerto, según la oenegé Iran Human Rights, con sede en Noruega.

Tras la Primavera Árabe, son pocos los levantamientos populares que han logrado derrocar a regímenes autoritarios.

En Siria, el presidente Basha al Asad logró cambiar el rumbo de la guerra que empezó como un levantamiento popular en 2011, gracias a la ayuda de Rusia, Irán y el Hezbolá libanés.

En Bielorrusia, Alexander Lukashenko, también sigue en el poder, tras una brutal represión de las históricas protestas de 2020.

«En los últimos diez años, los intentos de derrocar a regímenes dictatoriales en el mundo no son especialmente alentadores», señaló Cornelius Adebahr.

«Y en Irán el poder parece determinado a no ceder ni un ápice frente a la movilización precisamente por las consignas contra el régimen que se corean en las manifestaciones», estimó.

AFP