El dictador de Nicaragua, Daniel Ortega, negó que la excarcelación de 222 presos políticos haya sido el resultado de una «negociación» con Estados Unidos, que ha impuesto sanciones a Managua por la represión luego de las protestas antigubernamentales de 2018.
«No se trataba de negociación, nada, esto debe quedar claro», aseguró Ortega rodeado de una quincena de jefes militares, generales del Ejército y altos funcionarios, entre ellos su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, a quien mencionó como la «copresidenta» de Nicaragua.
«Todo lo que hacemos es para asegurar la paz», expresó.
Ortega, por otra parte, afirmó que el obispo Rolando Álvarez, detenido desde agosto por conspiración, rechazó marcharse a Estados Unidos con el grupo de más de 200 opositores excarcelados y expulsados del país.
El obispo «estaba en la fila [para abordar el avión] y empieza a decir que él no se va», por lo que fue enviado de vuelta a la cárcel en Managua, indicó Ortega en un mensaje por cadena de radio y televisión.
«Álvarez no quiso acatar lo que manda la ley, lo que manda el Estado de Nicaragua», agregó el dictador sobre la decisión del obispo de rechazar la orden de expulsión del país.
El dictador indicó que una decena de sacerdotes, diáconos y seminaristas abordó voluntariamente el vuelo que llevó a 222 opositores excarcelados y que ahora solo quedan tres religiosos presos en Nicaragua: dos sacerdotes «por delitos comunes» y el obispo por «terrorismo».
Los opositores liberados fueron privados de sus derechos políticos, despojados de su nacionalidad y «deportados» a Estados Unidos en momentos en que Ortega enfrenta presiones debido al creciente autoritarismo de su régimen.
AFP.