Decenas de miles de habitantes de las zonas costeras de Nueva Zelanda, Nueva Caledonia y Vanuatu, se refugiaron este viernes en las partes altas y el interior de los territorios tras una serie de potentes sismos que activaron las alarmas de tsunami en toda la región del Pacífico.
Las alertas de tsunami se activaron en países tan lejanos como Perú, Chile o Australia, después de que un trío de sismos de magnitud 7,4, 7,3 y 8,1, además de docenas de fuertes réplicas, mecieron las remotas islas Kermadec de Nueva Zelanda.
Hasta el momento no se habían informado de daños materiales o personales por los sismos.
Las autoridades advirtieron de posibles olas de hasta 3 metros en Nueva Caledonia y Vanuatu, donde los habitantes de la capital Port Vila recibieron mensajes en sus teléfonos con la orden de evacuar y protegerse «en las zonas altas».
Testigos en la ciudad dijeron que se veía una pequeña ola, pero no parecía que podía causar ningún daño.
La alerta de tsunami fue «levantada en el conjunto de los territorios franceses del Pacífico», tuiteó el ministro de Ultramar, Sebastien Lecornu.
La ola más alta, de un metro, se produjo en Nueva Caledonia, en la isla Maré, en el archipiélago de las Islas Lealtad, mientras que en la isla de Pinos, en Yaté y Numea, se observaron olas de 45 y 80 centímetros, según la seguridad civil local, que aseguró que no se produjeron daños.
El portavoz de los servicios de emergencia Alexandre Rossignol, del territorio francés de Nueva Caledonia, advirtió en la radio local a la población que «saliera de las zonas de playa y suspendiera todas las actividades acuáticas y no fueran a recoger a sus hijos al colegio para evitar crear atascos».
Otras regiones estaban en alerta, aunque con olas potencialmente menos peligrosas, como Nueva Zelanda donde la orden de evacuación en varias zonas costeras fue levantada después de algunas horas.
Las alertas de tsunami se activaron en países tan lejanos como Perú, aunque sin orden de evacuar, o Chile, que decretó «Alerta Amarilla en las comunas del borde costero» y «Estado de Precaución, que establece, preventivamente, abandonar zona de playa ante tsunami menor con olas de hasta 1 metro».
Fiona Rudsdale, que dirigie el Whangarei Central Holiday Park, en la Isla del Norte de Nueva Zelanda, no sintió el primer sismo pero la despertaron las sirenas del tsunami.
Rápidamente empezó a organizar la evacuación de los 30 clientes hacia una colina cercana.
«Los llevamos a la cima del Parque Morningside desde donde se puede ver la ciudad», dijo a la AFP.
«Llevamos comida y bebida y todo fue fácil. Todavía hay un par de idiotas en la ciudad bebiendo pero la mayoría se comportó bien e hicieron lo que les dijeron».
El ministro de Emergencias Kiri Allan dijo que toda la ciudad de Opotiki, de unos 4.000 habitantes, se había vaciado cuando las comunidades costeras respondieron a las alertas.
Los guardas costeros ordenaron a cientos de barcos en el océano que fueran mar adentro por precaución.
A miles de kilómetros de allí, en la isla francesa de Tahiti, se produjeron embotellamientos después de que la policía advirtió a la población que se alejara de las zonas potencialmente afectadas.
– La tierra se remeció –
El mayor de los sismos se produjo a unos 1.000 kilómetros de las costas de Nueva Zelanda a las 8H28 (19H28 GMT del jueves), informó el servicio Geólogico de Estados Unidos.
Lo precedieron otros dos terremotos, también muy fuertes, en un enjambre sísmico poco frecuente incluso en el llamado Cinturón de fuego del Pacífico, donde chocan las placas tectónicas de la Tierra.
«En general, una magnitud de ocho o más solo se produce una vez al año en el mundo, por lo que estos son terremotos importantes a una profundidad y magnitud que pueden generar tsunamis», dijo Adam Pascale, científico jefe del ESS Earth Sciences.