El presidente de Credit Suisse se disculpó por llevar al banco suizo al borde de la quiebra, ante la furia de los accionistas por la crisis del que fuera su orgulloso buque insignia.
La precipitada adquisición por parte de UBS, con sede en Zúrich, para la que Suiza recurrió a una legislación de emergencia, se hizo al margen de los accionistas de Credit Suisse, que en otras circunstancias habrían tenido voz y voto, y aniquiló en gran medida el valor de sus participaciones.
La junta de accionistas del martes, la última, marca un ignominioso final para el banco de 167 años fundado por Alfred Escher, un magnate suizo afectuosamente apodado rey Alfred I, quien ayudó a construir los ferrocarriles del país y luego el banco.
Manifestantes se congregaron frente a la sala de conciertos donde se celebró la reunión y algunos de ellos erigieron un barco volcado para ilustrar la desaparición del banco.
En el interior del recinto, el presidente Axel Lehmann se disculpó diciendo que se le había acabado el tiempo para enderezar el rumbo del banco, a pesar de que creía “hasta el comienzo de la fatídica semana” que podría sobrevivir.
“Lo siento mucho”, dijo Lehmann. “Pido disculpas por no haber sido capaces de frenar la pérdida de confianza”.
Tras años de escándalos y pérdidas, Credit Suisse estuvo al borde del colapso antes de que UBS acudiera al rescate con una fusión diseñada y financiada por las autoridades suizas.
“Hasta el final, luchamos duro para encontrar una solución. Pero al final sólo había dos opciones: el acuerdo de fusión o la quiebra. La fusión tenía que salir adelante”.
La empresa de asesoramiento a accionistas Ethos denunció la “avaricia e incompetencia de sus directivos”, así como unos salarios que alcanzaban “cotas inimaginables”, mientras se preparaba para desafiar a los altos ejecutivos en la junta.
“Los accionistas han perdido cantidades considerables de dinero y miles de puestos de trabajo están en peligro”, afirmó.
Con información de Infobae