El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, consideró el martes «imposible» dialogar con Estados Unidos, que mantiene a su gobierno bajo sanciones por encarcelar a decenas de opositores y «socavar las instituciones democráticas».
«Es imposible el diálogo, los diálogos [con EEUU] son para ponerse la soga al cuello», dijo Ortega, quien celebró el martes el 43 aniversario del triunfo de la revolución sandinista.
«¿Qué diálogo puede haber con el diablo? Como dice el Che [Guevara], a los yankees y al imperialismo no puedes creerle ni un tantico ‘así’, porque te acaba. Nosotros quisiéramos tener buenas relaciones con Estados Unidos, pero es imposible», sostuvo.
Ortega, un exguerrillero de 76 años en el poder desde 2007, y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo, encabezaron la conmemoración del triunfo de la revolución que puso fin a la dictadura de los Somoza en 1979. Estuvieron el primer ministro de Cuba, Manuel Marrero; y el canciller de Venezuela, Carlos Faría, sus aliados ideológicos.
En mayo, Washington admitió que existía «comunicación bilateral» con Nicaragua y que continuarían «presionando por la liberación de los presos políticos». Pese a la tensa relación, Estados Unidos es un importante socio comercial de Managua.
En 2021, antes de las elecciones generales de noviembre donde Ortega fue electo para un cuarto mandato consecutivo, unos 40 opositores fueron detenidos, entre ellos siete de sus posibles rivales.
Ortega los acusó de tratar de derrocarlo con el apoyo de Washington, y los procesó por delitos como «menoscabo a la soberanía».
En tanto, más de un centenar fue a prisión después de las protestas contra su gobierno en 2018.
Washington le ha aplicado sanciones económicas y diplomáticas por sus acciones «autoritarias y antidemocráticas».
«El pueblo vive una nueva dictadura», denunciaron en un comunicado grupos opositores que operan desde el exilio.
Murillo, única portavoz del gobierno, ha asegurado que «la revolución va adelante» a pesar de la «paz» que los opositores trataron de «arrebatarnos».
A cuatro meses de los comicios municipales, concejales del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda) tomaron cinco municipios que eran liderados por alcaldes de oposición y los reemplazaron, bajo el argumento de que su partido político fue ilegalizado por las autoridades.
Recientemente el gobierno ha desarticulado ONG dedicadas a labores humanitarias o de libertad de expresión, asegurando que no cumplen con exigencias legales. Además, mantiene relaciones tensas con la Iglesia católica.
AFP