Reportaje de La Voz de América
El presidente Donald Trump llegó a Pittsburg, Pensilvania, el martes por la tarde cuando la ciudad comenzaba a sepultar a las víctimas de la matanza del sábado en una sinagoga, y en medio de las protestas de autoridades y miles residentes contra su visita.
Acompañado de la primera dama Melania Trump, su hija Ivanka Trump y su yerno Jared Kushner, Trump llegó a la sinagoga Tree of Life, donde fue recibido por el rabino de la congregación, Jeffrey Myers. A la distancia se escuchaban los gritos y cánticos de unas mil personas que se reunieron para protestar la visita.
Los manifestantes portaban carteles que decían «Las palabras importan» y «El odio del presidente no es bienvenido en nuestro estado», en alusión a la retórica de Trump, que según algunos ha fomentado la división social, una idea que han rechazado la Casa Blanca y el mismo presidente, quien afirma que la «ira» en el país es culpa de los medios de comunicación liberales.
Una vez en la sinagoga, los Trump fueron invitados al vestíbulo del templo donde encendieron velas por las 11 víctimas de la masacre y luego, afuera en donde se ha colocado un memorial improvisado con Estrellas de David que tienen el nombre de cada persona que murió en el ataque, el presidente y la primera dama colocaron piedras de la Casa Blanca y rosas blancas.
Cuando Trump y la primera dama se encontraban afuera de la sinagoga, a lo lejos se podía escuchar a la multitud cantando «¡No más odio!».
Según The Associated Press, los Trump pasaron más de una hora en el Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh, donde algunas de las víctimas se están recuperando. La caravana de la pareja pasó delante de varios cientos de manifestantes en la calle y de un cartel que decía: «Es su culpa». En el hospital, Trump visitó a policías y congregantes heridos, pero «no pareció» reunirse con familiares de los difuntos, indica AP.
El alcalde de Pittsburgh, Bill Peduto, un demócrata, no estuvo a recibir la visita presidencial, habiendo dicho el lunes que Trump no debía venir a la ciudad mientras la comunidad apenas comenzaba a celebrar funerales para los caídos.
Tampoco estuvo presente el gobernador de Pensilvania, Tom Wolf, también demócrata. Su vocera, Beth Melena, dijo que el gobernador tomó la decisión de no asistir basado en el deseo expresado por las familias de las víctimas, que le dijeron que no querían que el presidente viniera el día que sus seres queridos estaban siendo sepultados.
Los cuatro principales líderes del Congreso, republicanos y demócratas, que fueron invitados a unirse al presidente declinaron la invitación.
El presidente de la Cámara, Paul Ryan, republicano por Wisconsin, no pudo acompañar al presidente debido al corto tiempo de aviso para el viaje, y el senador Mitch McConnell, de Kentucky, líder de la mayoría, tuvo conflictos de programación, según los asesores. Los líderes demócratas senador Chuck Schumer de Nueva York y la legisladora Nancy Pelosi de California, también declinaron.
«Esto no se trata de un conflicto de horarios», dijo Pelosi en una entrevista. «Se trata de dejar a la gente la paz que necesitan para enterrar a los muertos y lamentar la pérdida. No creo que hubiera sido bienvenido que fuéramos allí. Creo que cuando nos invitan, debemos responder. Cuando se les dice que no vengan, no debemos «.
Pelosi dijo que esperaba que la visita del presidente Trump no fuera para «llamar la atención» e instó al mandatario a moderar su retórica.