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Príncipe Felipe, «fuerza y apoyo» de la reina bajo una fachada de humor provocador

El príncipe Felipe, enterrado este sábado en Windsor, pasó más de siete décadas a la sombra de su esposa, Isabel II, sacrificando su carrera y sometiéndose a las rigideces de un protocolo que intentaba relajar con un provocador sentido del humor.

En 2017, Felipe se había retirado de las actividades públicas tras haber participado en más de 22.000 actos oficiales, pero su principal valor fue ser «el único hombre del mundo en tratar a la reina como un ser humano, de igual a igual», explicó una vez Lord Charteris, exsecretario privado de la monarca.

Si su esposa, coronada en 1952, ha batido todos los récords como soberana, Felipe fue el consorte más longevo desde que 2009 superó a Carlota, esposa de Jorge III (1760-1820).

«Es mi roca. Ha sido mi fuerza y mi apoyo todos estos años», dijo la reina en 1997 en un discurso con motivo de sus bodas de oro.

Alto y erguido, siempre dos pasos detrás de la reina como exige el protocolo, Felipe asumió con mejor o peor disposición su papel de secundario.

Según admitió, le hicieron falta años de aprendizaje para encontrar su lugar a la sombra de Isabel II y en el corazón de los británicos, pero luego disfrutó de un alto índice de popularidad, al igual que la reina.

A menudo intentó salirse con la suya, pero acabó entrando en razón.

Como en enero de 2019, cuando un accidente de tráfico reveló que seguía conduciendo a los 97 años. Pese a las críticas, volvió a tomar el volante dos días después y sin llevar el cinturón de seguridad. Pero tres semanas más tarde cedía a la presión y entregaba su permiso de conducir.

 

– Indiferente al qué dirán –

 

Una tribu de Vanuatu llegó a venerarlo como una divinidad ligada a los espíritus del volcán Yasur.

Su temperamento fue efectivamente volcánico, sin ninguna consideración por lo políticamente correcto, aunque en los últimos años se calmó.

«¿Habéis logrado que no os comieran?», preguntó a un joven británico que acababa de viajar por Papúa Nueva Guinea en 1998.

«Vosotros tenéis mosquitos, yo tengo periodistas», dijo en Dominica en 1966. Luego compararía a los periodistas con los monos de Gibraltar.

En otra ocasión, un niño le confesó que quería ser astronauta y el duque le respondió que estaba demasiado gordo para volar.

Cuando se le preguntó si le gustaría visitar la Unión Soviética, dijo: «Me encantaría visitar Rusia, aunque esos cabrones asesinaron a la mitad de mi familia», en alusión a la suerte de los Romanov.

«La gente tiene la impresión de que al príncipe Felipe no le importa nada lo que piensen de él y tienen razón», escribió el ex primer ministro Tony Blair en sus memorias.

Pero en un homenaje celebrado este lunes en el parlamento, el primer ministro Boris Johnson, él mismo conocido por su lenguaje provocador, consideró que con su particular sentido del humor el príncipe consorte solo buscaba «romper el hielo» y quitar rigidez a las situaciones.

 

– ¿Una infancia traumática? –

 

De ascendencia alemana, el duque nació príncipe de Grecia y Dinamarca, el 10 de junio de 1921 en la isla griega de Corfú. Era el quinto hijo de Alicia de Battenberg y Andrés de Grecia. La familia huyó 18 meses después, cuando se proclamó la república helénica, y se refugió cerca de París.

Su padre era asiduo de los casinos de Montecarlo. La madre, depresiva, ingresó en un convento. Felipe tenía 10 años. Dejado en manos de parientes lejanos, frecuentó colegios en Francia, Alemania y Gran Bretaña hasta terminar en un austero internado escocés.

Ingresó luego en la Marina Real británica y participó activamente en los combates durante la Segunda Guerra Mundial en el océano Índico y el Atlántico.

Era un apuesto joven de 18 años cuando conoció a Isabel antes de la guerra. Lilibet, como la apodaba su madre, tenía 13 años y se enamoró. Se casaron ocho años más tarde, el 20 de noviembre de 1947. Felipe fue nombrado duque de Edimburgo pero tuvo que renunciar a sus títulos de nobleza anteriores y a su religión ortodoxa.

En febrero de 1952, la muerte prematura de su suegro, el rey Jorge VI, marcó el fin de su carrera de oficial en la Marina e inauguró la de príncipe consorte que le siguió el resto de su vida.

Fuente AFP