El ejército ruso estrechaba el jueves el cerco en el este de Ucrania, su principal objetivo, a punto de cumplir cien días de una guerra que le ha permitido controlar el 20% del país, según las autoridades ucranianas.
Frustrada su ofensiva relámpago para hacer caer el gobierno prooccidental en Kiev, Moscú se concentra en una guerra de desgaste, sobre todo en torno a la ciudad estratégica de Severodonetsk, para conquistar la cuenca minera del Donbás, controlada parcialmente desde 2014 por separatistas prorrusos.
La apisonadora rusa en esta región, con bombardeos constantes sobre grandes núcleos urbanos, empieza a dar frutos.
Tres meses después de que empezara la invasión, las fuerzas rusas controlan «alrededor del 20%» del territorio ucraniano, es decir, cerca de 125.000 km2, declaró el jueves el presidente ucraniano Volodimir Zelenski, en un discurso ante el Parlamento de Luxemburgo.
Antes del inicio de la guerra, el 24 de febrero, las fuerzas rusas o prorrusas controlaban 43.000 km2 en Ucrania, desde la anexión de Crimea y la toma de un tercio del Donbás en 2014.
Desde el 24 de febrero, han avanzado en el este y en el sur, sobre todo, a lo largo del litoral del mar Negro y del mar de Azov, y ya controlan un corredor costero estratégico que conecta el este de Rusia con Crimea.
«La situación más difícil es en la región de Lugansk, donde el enemigo intenta expulsar a nuestras tropas de sus posiciones», había dicho previamente el comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas, Valeri Zalujny, en un comunicado del ejército.
En Severodonetsk, capital administrativa de la región, un «80% de la ciudad está ocupada» por las fuerzas rusas y hay combates en sus calles, declaró el gobernador de la región de Lugansk, Serguéi Gaidai, en las primeras horas del jueves.
Según Zelenski, Ucrania pierde «de 60 a 100 soldados por día, asesinados en acción». «La situación en el este es muy difícil», admitió el miércoles en una entrevista al medio estadounidense Newsmax.
– «Freno» a la llegada de «mercenarios» –
Aunque Lugansk figura como la zona que concentra los combates, la otra región del Donbás, Donetsk, no se encuentra al margen de las hostilidades, especialmente en Sloviansk, unos 80 km al oeste de Severodonetsk.
En las afueras de la ciudad de Donetsk, antigua capital regional controlada por los rebeldes prorrusos, los separatistas aseguraron el miércoles que cortaron una de las dos rutas que permiten el abastecimiento de la cercana Avdiivka, todavía en manos de Kiev.
«El enemigo tiene una ventaja operativa en términos de artillería», señaló asimismo el general Valeri Zalujny, repitiendo la necesidad de una «transición lo más rápida posible» de sus equipos hacia armas del tipo de la OTAN.
El pedido coincide con el anuncio estadounidense del envío a Kiev de sistemas de misiles avanzados Himars, que permiten realizar lanzamientos múltiples muy precisos, además de armas antitanque y cuatro helicópteros.
En el sur, donde Rusia también ha tomado amplias franjas de terreno a partir de la península de Crimea, los ucranianos tratan de contraatacar mientras desde Moscú evocan posibles referéndums en julio para anexionarse las regiones conquistadas
En la región de Zaporiyia (sureste), las autoridades prorrusas colocadas por Moscú anunciaron que se estaban apoderando de las propiedades pertenecientes al Estado Ucraniano, a través de «un decreto».
La medida afecta a «terrenos, recursos naturales, infraestructuras de sectores estratégicos de la economía», indicó un miembro de esa administración, Vladimir Rogov, en Telegram.
Por su parte, Rusia afirmó el jueves que había «frenado» la llegada de «mercenarios» extranjeros deseosos de combatir junto a los militares ucranianos, infligiéndoles numerosas pérdidas en las últimas semanas.
Según el Ministerio ruso de Defensa, el número de combatientes extranjeros «se dividió casi por dos», pasando de 6.600 a 3.500, y un «gran número» de ellos «prefieren abandonar Ucrania lo más rápido posible».
El jueves de madrugada, las fuerzas rusas bombardearon varias líneas de ferrocarril de la región de Leópolis (oeste), adonde suelen llegar las armas que los países occidentales envían a Ucrania.
– Más sanciones –
En el plano diplomático, los países de la Unión Europea aprobaron el jueves un sexto paquete de sanciones contra Rusia, incluyendo un embargo -con excepciones- a las compras de petróleo. Sin embargo, renunciaron a incluir en la lista negra al jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa, por la presión ejercida por Hungría.
El texto todavía deberá ser ratificado por todos los Estados del bloque. Tras ello, previsiblemente se publicará el viernes en el Diario Oficial y las medidas entrarán en vigor.
Las sanciones persiguen debilitar la economía rusa, pero según el vice primer ministro ruso encargado de Energía, Alexander Novak, los europeos serán los primeros en «sufrir» el embargo al petróleo.
«Los consumidores europeos serán los primeros en sufrir esta decisión. No sólo subirán los precios del petróleo, sino también los de los productos petrolíferos. No descarto que haya un gran déficit de productos petrolíferos en la UE», dijo Novak.
En Estados Unidos, la administración de Joe Biden anunció una nueva tanda de sanciones contra varios miembros de la «élite» de Moscú, como la portavoz de la diplomacia rusa, María Zajárova, y Sergei Pavlovich Roldugin, considerado como «el intermediario de Putin» y su amigo, además de a una empresa monegasca que proporciona yates de lujo a magnates rusos.
Pero las consecuencias del conflicto se sienten más allá, con la creciente amenaza de una crisis alimentaria global por el bloqueo en Ucrania de al menos 20 millones de toneladas de cereales que no pueden ser exportadas.
Los países occidentales intentan por ello desbloquear los puertos ucranianos en el mar Negro, especialmente el de Odesa (sur), principal puerta de salida de las mercancías del país, uno de los principales exportadores de trigo del mundo.
AFP.