El Ministerio de Justicia ruso informó el viernes en un comunicado de que había revocado el registro de 15 organizaciones extranjeras, entre ellas Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
Las unidades rusas de las organizaciones, entre las que se encontraba también la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, “fueron excluidas debido al descubrimiento de violaciones de la legislación vigente de la Federación Rusa”, según el comunicado.
Rusia también cerró las oficinas locales de la Fundación Friedrich Naumann para la Libertad, la Fundación Friedrich Ebert, la Fundación Aga Khan, la Asociación Wspolnota Polska y otras organizaciones.
En respuesta, Human Rights Watch aseguró que la decisión del Kremlin es una prueba más de que a Putin “no le sirven los hechos relativos a la protección de los civiles en Ucrania”.
“HRW lleva trabajando en Rusia desde la época soviética, cuando era un estado totalitario cerrado. Encontramos formas de documentar los abusos de los derechos humanos entonces, y lo haremos en el futuro”, sostuvo el organismo en un comunicado.
En ese sentido, concluyó: “Al mismo tiempo que lo hacíamos, pedíamos a Rusia que volviera a las normas que está obligada a respetar en el sistema de derechos humanos de la ONU. Y seguiremos haciéndolo”.
El anuncio se produjo en el 44º día de la campaña militar rusa en la Ucrania prooccidental, con miles de muertos y más de 11 millones de personas que han huido de sus hogares o del país en la peor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Agnes Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, afirmó que su organización seguirá apoyando a los rusos.
“Redoblaremos nuestros esfuerzos para denunciar las atroces violaciones de derechos humanos cometidas por Rusia tanto en su país como en el extranjero”, afirmó en un comunicado.
“En un país en el que decenas de activistas y disidentes han sido encarcelados, asesinados o exiliados, en el que los medios de comunicación independientes han sido desprestigiados, bloqueados u obligados a autocensurarse, y en el que las organizaciones de la sociedad civil han sido ilegalizadas o liquidadas, algo debes estar haciendo bien si el Kremlin intenta callarte”.
En el último año, las autoridades rusas han presidido una represión sin precedentes de la disidencia y el periodismo independiente.
En un momento decisivo en la historia postsoviética de Rusia, a finales del año pasado Rusia cerró Memorial, el grupo de derechos más destacado del país.
Fundado en 1989 por disidentes soviéticos, entre los que se encontraba el Premio Nobel de la Paz Andrei Sájarov, el grupo se dedicaba a la crónica de las purgas de la época de Stalin y a la defensa de los derechos de los presos políticos y otros grupos marginados.