A Valery le encanta su cuerpo. En su silueta semidesnuda, su cabello rizado y la ternura de sus facciones descubrió una oportunidad para ganarse la vida vendiendo fotos y videos sensuales en Internet, lo que la hizo desistir de abandonar Venezuela.
Como ella, otros jóvenes venezolanos han encontrado en la venta de contenido para adultos, como una salida a la crisis económica que sume al país con las mayores reservas mundiales de crudo en siete años de recesión y la inflación más alta del globo.
«Estaba loca por irme, porque no estaba viviendo bien (…). Ahora me quiero quedar en Venezuela gracias a OnlyFans», cuenta a la AFP Valery López, de 20 años, sobre esa red social, que nació como una plataforma para ‘influencers’, pero que ha derivado en una especie de centro de contenido adulto.
Lanzada en 2016 en Gran Bretaña, OnlyFans funciona con creadores que fijan el costo de una suscripción y pagan 20% de comisión.
Valery encontró allí una atractiva fuente de ingresos: «Puedo pagarme [la mejora de] mis dientes, comprarme ropa…», dice esta joven que acaba de hacerse un tratamiento de ortodoncia. «¿Quién está ganando ahorita 500 o 1.000 dólares mensuales? Nadie». Su canal tiene más de 50 suscriptores, todos extranjeros. A cada uno le cobra 10 dólares por mes, seis veces el ingreso mínimo mensual en Venezuela, pulverizado por la hiperinflación y la constante depreciación de la moneda local.
Es un punto que destaca Abel Saraiba, psicólogo y coordinador de la ONG Cecodap, enfocada en los derechos de niños y adolescentes.
«En otros países donde no hay una emergencia humanitaria ha habido un alza en el consumo» de contenido de plataformas como OnlyFans, señala Saraiba. «Pero en el contexto nuestro podemos darle una dimensión adicional (…), ¿hasta qué punto [una persona] adoptaría esta modalidad tan riesgosa si tuviera otras opciones de trabajo?».
«Cara tierna»
Todo comenzó para Valery con una foto «completamente» desnuda en Instagram, con tal cantidad de interacciones que descubrió una oportunidad de negocio. Su novio, un arquitecto con quien lleva tres años de relación, la ayudó a abrir la cuenta en OnlyFans. «He estado en esto porque de verdad que me gusta (…) y más me gusta el dinero, una buena combinación», afirma.
Muchos de los fans de esta mujer de 1,50 m de estatura, ojos verdes y que a veces se pinta pecas en sus mejillas piensan que es menor de edad. «Creen que soy una niña, creen que les miento» sobre la edad, dice entre risas. «Les gusta verme tierna y que en OnlyFans sea muy pervertida (…), con mi cara tierna, de que no rompo un plato».
No es el caso de Valery, pero un documental del medio británico BBC encontró evidencia de que menores de 18 años venden ilegalmente contenidos en esta red, que tuvo un gigantesco impulso con la pandemia del coronavirus.
OnlyFans tiene 90 millones de suscriptores y más de un millón de creadores de contenidos, dijo la compañía a la AFP. La mitad de sus creadores, en abril, generaba material adulto, reconoció su jefe de operaciones (COO), Thomas Stokely, al sitio BuzzFeed.
«Pareciera que es una forma de generar ingresos más segura que otras de mayor riesgo como pudiera ser la prostitución», destacó Saraiba. «Pero efectivamente no se piensa en que una vez se publica un contenido (…) se puede perder el control, que otros se apoderen de él».
Ya ocurrió que videos de OnlyFans terminaran en plataformas como YouTube. La plataforma asegura tener mecanismos de verificación de identidad, así como la norma de investigar «inmediatamente» cualquier denuncia de abuso.
«Buscar alternativas»
Brandon Mena, de 20 años, hizo una pausa en su carrera de educación porque no podía pagar más la universidad privada a la que asistía: sus ingresos mermaron drásticamente con la pandemia.
De voz suave y mirada tímida, Brandon era mesero en clubes nocturnos. «Pero la pandemia nos pegó duró en el bolsillo y tocó buscar otras alternativas», relata este joven menudo, vestido con un jean y un suéter gris de manga larga, atuendo muy distinto al de sus fotos subidas de tono.
Su cuenta en OnlyFans no ha despegado, pero varios conocidos «han logrado formarse un piso» económico con esta herramienta. Él sí quiere emigrar: «Yo no me veo aquí».
mbj/jt-erc/ll/rsr | © Agence France-Presse