Un estadounidense, un canadiense y un británico se encuentran entre los fallecidos por el huracán Otis, que devastó Acapulco en la costa del Pacífico de México, informaron este lunes las autoridades, que redujeron de 48 a 45 el balance de muertos.
Los tres extranjeros «eran residentes, no estaban en calidad de turistas en el puerto de Acapulco», declaró la gobernadora del estado de Guerrero, Evelyn Salgado, durante la conferencia de prensa diaria del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La cancillería mexicana confirmó que los 263 extranjeros que estaban en el puerto cuando Otis tocó tierra el miércoles ya fueron localizados y puestos a salvo, incluidos 59 colombianos, 52 peruanos, 34 estadounidenses, 18 franceses y 17 cubanos.
La gobernadora, contactada por teléfono durante la rueda de prensa, revisó a la baja el número de víctimas.
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«Tenemos hasta el momento -según el informe preliminar de la fiscalía- la lamentable muerte de 45 personas y 47 personas que no han sido localizadas», detalló.
Este informe contradice un comunicado del gobierno federal del domingo, que reportaba 48 muertos y seis desaparecidos.
La Marina desplegó este lunes operaciones de búsqueda de desaparecidos en el mar, donde numerosas embarcaciones resultaron destruidas o hundidas y se teme que algunos tripulantes se hallen entre los escombros.
«Dicen que hay como 40 o 50 desaparecidos» en el club de yates del puerto, dijo Andrés Pérez, dueño de un barco siniestrado, a la AFP. «Si se puede arreglar la embarcación pues la arreglamos y si no pues ni modo», agregó.
López Obrador aseguró que la actualización del número de fallecidos y desaparecidos «es constante».
Como es habitual, el mandatario izquierdista denunció la «manipulación» de la mayoría de los medios mexicanos, a los que acusa de estar a las órdenes de sus adversarios políticos para desacreditarlo.
«Estaban como buitres buscando fallecidos», afirmó el presidente, quien sobrevoló el domingo la zona de la tragedia, que incluye otras localidades de Guerrero.
«Vamos a poner de pie a Acapulco», prometió López Obrador, quien también visitó los centros donde se despacha la ayuda para los damnificados.
El lunes llegó a Acapulco poca asistencia, según el fotógrafo de la AFP.
Unas 274.000 viviendas y 600 hoteles resultaron afectados, mientras el suministro de energía se restableció en un 60%, precisó el gobierno.
– Plan de reconstrucción –
El huracán que impactó de madrugada como categoría 5, la máxima de la escala Saffir-Simpson, dejó una estela de destrucción en esta ciudad de 780.000 habitantes que vive del turismo y que décadas atrás era destino predilecto de grandes celebridades internacionales.
Tras la furia de los vientos y las intensas lluvias siguieron saqueos de comercios y supermercados.
Un 80% del sector hotelero sufrió algún tipo de daño, de acuerdo con el gobierno, que el próximo miércoles anunciará un plan de reconstrucción con créditos que privilegiarán al sector comercial y al turístico, principales empleadores del puerto.
Según la consultora Enki Research, especializada en fenómenos naturales, Otis dejó daños por unos 15.000 millones de dólares.
En tanto, seguía la distribución de las ayudas del gobierno, oenegés y ciudadanos, que comenzó el viernes tras la reapertura del aeropuerto y la reanudación del tráfico por carretera. Unos 6.350 militares participan en el plan de contingencia.
También llegarán 26 toneladas de alimentos, enseres, equipos de salvamento y rescate donados por el gobierno de Venezuela, anunció este lunes la cancillería de ese país.
– Quejas de afectados –
Mientras, los residentes del puerto continuaban organizándose para reparar daños y retirar escombros, en medio de quejas sobre la lentitud con que llega la asistencia.
«No hemos visto nada de las autoridades», dijo a la AFP Miguel Antraca, de 60 años, que acudió a una playa para ver su pequeño negocio en ruinas.
Ha experimentado ciclones antes, pero nunca de esta magnitud. «Es un desastre, nunca antes había pasado, los huracanes eran más pequeños», afirma.
De una simple tormenta tropical, Otis se fortaleció hasta convertirse en un destructivo huracán en solo seis horas.
Tocó tierra con vientos de 270 km/h y rachas de más de 300 km/h. Luego se debilitó a medida que avanzaba hacia el interior, pero persistieron fuertes lluvias en los estados de Guerrero y Oaxaca, dos de los más empobrecidos del país.
La velocidad con la que se formó el huracán no dio tiempo a los residentes para proteger sus negocios, hogares y hoteles, ni para abastecerse.
Eva Luz Vargas, de 45 años, se unió a sus vecinos para comenzar a recoger escombros. Pero esta vendedora de productos para turistas, casada con un pescador, está preocupada por el futuro.
«Queremos que el gobierno nos ayude porque es realmente grave», dijo.
AFP